Javier Marín con Victoriano del Río y Enrique Ponce en El Palomar, en Guadalix de la Sierra.
Después de lidiar cinco vacas, fue felicitado por el ganadero madrileño y el maestro valenciano.
El novillero navarro Javier Marín intervino el miércoles pasado en un tentadero que el ganadero Victoriano del Río había organizado para Enrique Ponce. El criador de bravo madrileño había apartado en su finca El Palomar, en Guadalix de la Sierra, cinco vacas y un eral, que ofrecieron un juego desigual.
Marín, de tapia, tuvo la oportunidad de lidiar las cinco vacas. Las dos primeras resultaron complicadas, por lo que Ponce tampoco se complicó demasiado la vida ante ellas. Este hecho propició la ocasión para que el navarro robase media docena de tandas a cada una. Las entendió a la perfección y las llevó muy templadas a media altura, ante la sorpresa del torero, del ganadero e, incluso, de Victoriano Valencia, apoderado del espada valenciano.
Tras vérselas con el eral, que resultó muy difícil, Ponce esperó la salida de la tercera vaca, que fue extraordinaria. Y, a diferencia de las dos anteriores, el de Chiva reaccionó, espoleado tal vez su amor propio por el buen hacer de Marín, y la exprimió, la reventó hasta sacarle todos los muletazos que tenía. Por ello, poco pudo hacer ante ella el joven de Cintruénigo, pues se encontró una vaca acabada, que no aceptaba ya ningún pase.
Y con la cuarta y con la quinta también se esforzó Ponce y dejó patente la maestría que atesora. Les sacó muchísimos muletazos, con la elegancia de su firma, pero todavía tuvo tiempo Marín de lucirse por ambos pitones.
Terminado el tentadero, Javier Marín fue felicitado por el propio Enrique Ponce y por los dos Victoriano, Valencia y Del Río.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX