IVÁN MAGRO Y PAULO JORGE SANTOS SE REPARTEN DOS OREJAS EN SANGÜESA

Iván Magro clava una corta a lomos de albino 'Valopié'. Fotografía: J. C. Cordovilla.

Iván Magro clava una corta a lomos de albino ‘Valopié’. Fotografía: J. C. Cordovilla.

Los toros de Orellana Perdiz, tan problemáticos en los corrales, resultaron mansos, parados y deslucidos.

 

Ganado: Tres utreros de Orellana Perdiz, alguno excesivamente despuntado, mansos, parados, distraídos, deslucidos en conjunto, y uno de Rosa Rodrigues, segundo, de buen juego, con cierto celo, colaborador.

Rejoneadores. Iván Magro: oreja y silencio. Paulo Jorge Santos: silencio y oreja.

Presidencia: A cargo de Juan Linde, asesorado por Ledesma Lacosta y la veterinaria Carmen Azabal, cumplió correctamente su cometido, pasó desapercibida.

Incidencias: Tres cuartos de plaza. Tarde nublada y agradable, con algunas gotas de lluvia intermitente. Paulo Jorge Santos toreó en sustitución del anunciado Joao Telles.

Antes de que comenzase la segunda de feria, hubo cierta polémica entre el patio de caballo y el callejón. El caballero portugués había traído unos rejones antirreglamentarios en Navarra por exceso. La Policía Foral dijo que nones, que con tal material no podía rejonear. Al parecer, el lusitano llegó a decir que se iba. Tira y afloja… y al final, una solución, se le permitía torear con los más pequeños que había traído, que se acercaban más a lo permitido por reglamento en esta tierra.

Y así, con algo de retraso, se hizo el paseíllo y se llevó esa especie de despeje ritual, esa especie de bailoteo de un lado a otro de la plaza por parte de los actuantes.

Segundo hecho llamativo. Los toros de Orellana Perdiz, tres -no llegó repuesto para el finado en el desencajonamiento-, habían sido separados en corrales diferentes porque estaban a la que saltaban. Pues bien, bravucones ellos, en el ruedo fueron un ejemplo de parada y distraída mansedumbre. El primero y el tercero -éste, el matón, llamado Trompeta– se emplazaron en los medios y se dedicaron a esperar y el cuarto y último, acobardado, se refugió en tablas y en ese terreno apenas ofreció batalla.

De la mano de obra, causó mejor impresión el jinete español. A su primero lo castigó con dos rejones. En banderillas, conectó con los tendidos con los quiebros de Maracay, ante un ejemplar que se dedicaba a esperar, y con los palos al cuarteo con Carablanca. Para el último tercio, eligió a Volapié, con el que dejó dos cortas consecutivas y mató de un pinchazo y un rejonazo. Primera oreja del festejo.

El segundo del lote del madrileño tuvo similar condición. Lo castigó con dos rejones pero el toro ni se inmutó. En banderillas no logró elevar el tono del trasteo con la labor de Antifaz. Y ya en el tercio final, tras dos cortas y una rosa, terminó con un pinchazo y medio rejón. El respetable mantuvo respetuoso silencio.

El portugués, por su parte, estuvo por debajo del mejor toro, el segundo, y lo tuvo que hacer todo él -incluida una especie de hermosina sin vibración alguna- frente al cuarto; faena de tesón, de la que recibió premio.

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