IVÁN FANDIÑO, DEL TODO A LA NADA EN SU ENCERRONA DE LAS VENTAS

Iván Fandiño, soledad antes y después de su paseíllo en solitario en Las Ventas. Fotografía: Javier Arroyo.

Iván Fandiño, soledad antes y después de su paseíllo en solitario en Las Ventas. Fotografía: Javier Arroyo.

El diestro vizcaíno logró llenar la plaza madrileña y la abandonó de vacío, sin haber tenido demasiadas opciones con la materia prima.

Lástima. ¡Qué pena! ¡No ha podido ser! Los toros, sólo fachada. Fueron algunos de los comentarios que se oyeron una vez terminada la encerrona de Fandiño, compromiso que saldó con el siguiente resultado: silencio, silencio, silencio, pitos tras aviso, silencio y silencio. Es el riesgo de las encerronas: cuando las cosas van bien, perfecto pero cuando se tuercen la tarde se hace interminable, para el público y para el matador de toros.

El primero, de Partido de Resina, serio y entipado, fue ovacionado de salida. Blandeó a las primeras de cambio y también lo hizo en varas y en el último tercio. Según Aplausos.es, tuvo nobleza el toro pero le faltaron fuerzas, ese fue su mayor handicap. Faena pulcra, con algún muletazo suelto, la de Iván Fandiño, que trató de sostener a su oponente en una labor sin mayor relieve.

Cinqueño y serio por delante fue el segundo de Adolfo Martín, también ovacionado por el respetable. Apretadas y jaleadas fueron las verónicas de recibo a un toro que en la muleta desarrolló nobleza pero al que le faltó raza. Faena de más a menos del torero de Orduña, que tuvo dos series de apertura en las que aprovechó la inercia del animal. Sin embargo, cuando el toro perdió esa inercia, a pesar de que Fandiño trató de empujarlo hacia adelante, el toro ya no respondió.

Deslucido, sin clase ni celo alguno y siempre buscando tablas fue el tercero de Cebada Gago. Iván Fandiño se estrelló en una labor intrascendente que remató de estocada y descabello.

Fandiño, al natural frente al que abrió plaza, de Partido de Resina.

Fandiño, al natural frente al que abrió plaza, de Partido de Resina. Fotografía: Javier Arroyo.

El cuarto llevó el hierro de José Escolar, que puso emoción y espectáculo en el primer tercio. Bien picado por Israel de Pedro en una primera entrada en el que empujó bien y una segunda arrancándose de lejos. Bueno fue también el quite por chicuelinas ajustadas del vizcaíno y excelente la lidia y los pares de banderillas a cargo de Javier Ambel, Jarocho y Víctor Martínez. El toro, exigente, no rompió a bueno y desarrolló complicaciones. Fandiño estuvo tenaz, bien puesto y sin renunciar a nada. Parte del público se puso a favor del toro, al que despidieron con una ovación en el arrastre.

En quinto lugar salió un toro de Victorino Martín que fue devuelto tras lesionarse de los cuartos traseros durante la lidia. En su lugar salió un sobrero de la ganadería de Adolfo Martín, que salió echando las manos por delante. Complicado y deslucido en la muleta, repuso mucho y se quedó corto. El torero de Orduña trató de fajarse con él a base de pundonor pero la faena no alcanzó mayor brillo.

Cerró plaza un toro de Palha, deslucido, manso y sin clase. Fandiño, entre las condiciones del toro y las circunstancias de la tarde, no tuvo el ánimo para tirar para adelante y optó por abreviar. Fandiño fue despedido en medio de una fuerte división de opiniones.

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