IMANOL Y EXPÓSITO CONVENCEN EN LA PLAZA DE TIENTAS DE BAIGORRI

Expósito toreando con la diestra a la segunda erala del tentadero.

Bajo la amenaza de lluvia, probaron la bravura de tres vacas de Ganadería de Pincha y una de El Tolco. Reportaje fotográfico.

Segundo tentadero de este año en la finca El Ontanal de Lodosa. En el primero, el domingo pasado, ofreció un recital de toreo Manuel Perera, el novillero pacense que demostró que está preparado para dar un paso más y afrontar el cambio de categoría.

En la tarde de ayer el tentadero lo protagonizaron el diestro Imanol Sánchez y el novillero pamplonés Francisco Expósito. Ambos se las vieron con tres eralas de Ganadería de Pincha y una de El Tolco, de muy distinta condición. Del primer hierro, fueron las tres últimas de un total de 43 tentadas a lo largo del otoño y del invierno. La de procedencia Puerto de San Lorenzo fue la primera de dieciocho que el ganadero José Antonio Baigorri tiene previsto tentar.

La suerte de varas corrió a cargo del picador navarro Juan Manuel Sangüesa, afincado en Corella, que cumplió su labor a la perfección. Por otro lado, la tienta le sirvió al rejoneador calagurritano Sergio Domínguez para montar cuatro caballos y realizar numerosas y variadas suertes. De tapias, ejercieron dos jóvenes pamploneses, Pablo Hernández y Bruno Martínez, que no tuvieron demasiadas oportunidades de lucirse, pero que se pelearon con torería frente al ganado.

Abrió la tienta el aragonés Sánchez, ante una vaca que manseó en el peto y también en la muleta; tras colarse varias veces, acabó rajada. Imanol estuvo por encima de ella, la llevó muy toreada, sobre todo por el pitón derecho, y aguantó las coladas. Su suerte no mejoró mucho con la tercera. Y eso que inicialmente tuvo extraordinaria fijeza y galopó con buen tranco hacia el peto. En la muleta, al principio del trasteo, resultó dócil, respondía al toque, aunque le faltó mayor humillación. A medida que avanzaba la faena se fue parando. El zaragozano de Pedrola la toreó con dominio, con muletazos poderosos, primero de pie y luego de rodillas, y le sacó todos los pases que tenía, en una faena muy larga.

Con Francisco Javier Expósito y su personal pellizco llegó el toreo caro. Cierto es que le correspondió la mejor vaca del tentadero, la segunda, brava en el caballo y brava en la muleta. En el peto, recargó en media docena de varas, en las que recibió duro castigo. Y en la muleta, no tuvo cualidad negativa; nobleza, clase, generoso recorrido y durabilidad fueron sus cuatro principales virtudes. A Expósito le costó algo cogerle el aire pero, cuando lo hizo, se impuso el gusto y la quietud, con variados muletazos largos y cargados de temple, que tuvieron su continuidad a campo abierto, fuera de la plaza de tientas.

Algo que no pudo repetir frente a su segunda erala, la cuarta y última, de El Tolco. La vaca fue muy mansa. No quiso pelea ni en el caballo ni en la muleta. Expósito expuso ante ella, se esforzó y, bajo unas tímidas gotas de lluvia, le fue sacando buenos muletazos, algo que nadie esperaba por la mala condición de la materia prima. Sin embargo, esta becerra sí le convenció al ganadero, ya que fue muy mala para el toreo pero buena para las calles, destino de las reses marcadas con el hierro de El Tolco.

Uno minutos, esa lluvia se convirtió en un torrente de agua, acompañada de fuerte viento. Para entonces, todos disfrutaban de la chimenea en la cabaña, mientras se tomaban un vino y se deseaban feliz año, un 2022 mejor que el que acaba de terminar.

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