Hermoso se adorna sobre ‘Pirata’ ante el cuarto toro en Calahorra.
Los dos caballeros navarros estuvieron muy por encima de sus respectivos lotes.
Ganado: Seis toros de Luis Terrón, parados y deslucidos los impares, y con más movilidad los pares.
Rejoneadores: Pablo Hermoso de Mendoza (oreja y saludos), Sergio Domínguez (palmas tras aviso y vuelta al ruedo) y Roberto Armendáriz (palmas y oreja).
Lugar y fecha: Plaza de toros de Calahorra (La Rioja). 30 de agosto.
Incidencias: Dos tercios de plaza. Segunda de feria.
Pablo Hermoso de Mendoza y Roberto Armendáriz cortaron ayer las dos únicas orejas que se concedieron en la plaza riojana de Calahorra, conseguidas, curiosamente, del primero y del último de la tarde.
La primera oreja, obtenida por el estellés en el toro que abrió plaza, fue sobre todo el premio justo a un gran rejón de muerte, posiblemente, el mejor de la temporada y tuvo que ser precisamente a un toro manso y descastado, que no hizo absolutamente nada por embestir a los caballos. Sólo la tenacidad y el empeño de jinete y cabalgaduras –Churumay de salida, Disparate en banderillas y Pirata en el tercio final- consiguieron algunos momentos brillantes.
Lástima que ese rejonazo no se repitiera en el cuarto porque aquí la faena sí había tenido vuelo de puerta grande ante un toro mucho más colaborador aunque también terminó muy parado. Faena gestada con Napoleón, que destacó con un doblón, con Chenel, con su maestro toreo de costado, con Habanero, y sus inverosímiles piruetas, y con Pirata, con el que tuvo que descabellar, suerte que ejecutó al primer intento pero que, posiblemente, le cerró la posibilidad de puerta grande.
Por su parte, Armendáriz se las vio en primer lugar con un manso, aquerenciado a tablas, que sólo buscó el escape. Todo lo tuvo que poner el navarro, con el tordo Forajido de salida, con Grano de Oro y Prometido en banderillas, que intentaron enganchar al astado, y con Dandi para el tercio final, con el que dejó tres cortas y mató de un rejonazo. Pero el toro fue malo hasta morir, no dobló y obligó al desmontar al de Noain y a acertar al segundo golpe de descabello.
El sexto tuvo nobleza, movilidad, mucha mejor condición. El caballero navarro, sobre Visir, lo castigó con un único rejón para cuidarlo. En banderillas, Ranchero ofreció un recital de quiebros, y Prometido formó un lío con su elegante toreo de costado en dos vueltas al ruedo. Ya en el último tercio, de nuevo con Dandi y tras las cortas, Armendáriz terminó su estupenda faena con un rejonazo arriba pero el toro se negó a doblar, por lo que el jinete tuvo que echar pie a tierra y descabellar, cosa que hizo al primero intento y prologó la concesión de una oreja, la segunda y última que el palco concedió en una tarde sin demasiada historia.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX