Dio dos vueltas al ruedo, máximo reconocimiento en Portugal al no estar permitido estoquear astados.
Lugar: plaza de toros de Campo Pequeno, en Lisboa (Portugal).
Ganado: seis toros de Vinhas, desiguales y, en general, nobles y con movilidad.
Antonio Ribeiro Téllez: vuelta y ovación.
Pablo Hermoso de Mendoza: vuelta al ruedo en ambos.
Manuel Bastos Téllez: vuelta al ruedo en ambos.
Incidencias: Casi lleno. Se rindió homenaje al veterano cavaleiro Francisco de Mascarenhas. Pegaron los Forcados Amadores de Évora y Aposento da Moita.
La plaza lisboeta registró la mejor entrada de la temporada para ver torear al caballero navarro, que no defraudó; todo lo contrario; volvió a triunfar pese a que se llevó el lote más deslucido. Los toros de Vinhas, serios, resultaron colaboradores, embistieron con franqueza, casi todos. Y el torero estellés volvió a demostrar que en Lisboa se encuentra como en casa. Desde el comienzo sintió el cariño del público y el jinete puso todo de su parte para alcanzar un triunfo más en Portugal.
Tardó un poco en acoplarse a la velocidad del segundo toro, muy complicado, porque cortaba el viaje, pero acabó construyendo una faena de menos a más. El cuatreño le sorprendió inicialmente con ataques por todos los lados. Sin embargo, acabó apoderándose del santacolomeño y lo superó a base de mucha clase y de una lidia inteligente, sobre todo con Van Gogh y un inigualable Ícaro.
Pero el gran maestro del rejoneo surgió en el quinto -muy agarrado al piso-, sobre todo al utilizar a Chenel, para demostrar la máxima virtud de su estilo, donde se combina el rejoneo español con algunas raíces del toreo a la portuguesa. Esa mezcla fascinante de brega sin fisuras y varios lances de frente levantó a los espectadores de sus asientos. Fue una faena muy medida, perfecta en gusto, entrega y recursos, que puso de acuerdo y encandiló al entendido público lisboeta.