HERMOSO SALDA SU NOCHE EN TORREÓN CON CUATRO OREJAS Y UN RABO

Pirata protagonizó en Torreón una gran noche, decisiva para el triunfo del navarro.

Una espectacular actuación de su cuadra, especialmente de su caballo ‘Pirata’, permitió la consecución de este triunfo redondo.

FICHA TÉCNICA:

Plaza: Coliseo de Torreón (Coahuila).

Ganado: dos toros para rejones de Los Encinos, segundo, premiado con la vuelta al ruedo, y cuarto, nobles ambos, dos novillos de La Concepción, primero y sexto, y dos toros del mismo hierro, tercero y quinto, de buen juego en general.

Antonio Lomelín: oreja en ambos.

Pablo Hermoso de Mendoza: dos orejas y dos orejas y rabo.

Uriel Moreno “El Zapata”: silencio y dos orejas.

Incidencias: casi lleno. Festejo nocturno.

Tras su pinchazo en Apizaco, Pablo Hermoso de Mendoza retomó el pasado viernes por la noche su campaña mexicana con un triunfo redondo en el Coliseo de Torreón, plaza donde nunca ha faltado desde su inauguración hace cuatro años y donde saldó su compromiso saliendo a hombros tras haber cortado cuatro orejas y un rabo.

Su primero, llamado Gran Señor, hizo honor a su nombre por su nobleza y colaboró al triunfo del torero, circunstancia que se vio ya de salida cuando el navarro toreó con la bandera sobre Estella. En el tercio de banderillas destacaron las dos revelaciones de la actual temporada mexicana. Primero, Van Gogh, que deleitó con sus suaves y ajustados quiebros. Y después, Viriato, con su ceñido toreo de cercanías. Y ya en el tercio final, el valor temerario de Pirata acabó por conquistar los tendidos. Tres cortas consecutivas, un par a dos manos y un rejón letal permitieron la concesión de las dos orejas del toro, que fue premiado con la vuelta al ruedo.

El segundo del lote del navarro, cuarto de la noche, tuvo asimismo nobleza pero resultó más parado y reservón, por lo que el maestro, sobre Garibaldi, le tuvo de salida que enseñar a embestir. En banderillas, el toro comenzó a entregarse en el segundo palo puesto con Chenel, que se lució con su elegante toreo de costado y con un gran cambio por los adentros. Las gradas, ya muy calientes, comenzaron a arder con las piruetas de Dalí en la misma cara del toro tras un embroques perfectos. Y el incendio final de los tendidos lo provocó Pirata, posibilitando que su dueño clavase tres cortas sin respiro y un par a dos manos para el recuerdo, y que se adornase con la suerte del teléfono y con desplante a dos manos en los pitones. El rejón final fue fulminante y la petición de trofeos, ensordecedora. El palco cedió al deseo de la afición lagunera y el navarro paseó en triunfo las dos orejas y el rabo del buen Algodonero.

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