Desorejó al segundo de su lote, un excelente toro de San Isidro premiado con el arrastre lento. Fotografías: pablohermoso.net
El caballero navarro le cortó las dos orejas al muy buen quinto, premiado con el arrastre lento.
Ganado: Cuatro toros de Guanamé, uno de regalo de Marcos Garfias, séptimo, y dos para rejones: de Marrón, segundo, y de San Isidro, quinto, premiado con arrastre lento.
Toreros: Alfredo Ríos ‘El Conde’ (palmas, oreja y palmas en el de regalo), Pablo Hermoso de Mendoza (palmas y dos orejas) y Antonio Lomelín (silencio en ambos).
Lugar y fecha: Plaza de toros Caliente, en Tijuana (Baja California). 8 de abril.
Incidencias: Lleno de ‘no hay billetes’. El caballero navarro salió a hombros.
En la historia de este festejo en la plaza Caliente de Tijuana, quizás lo taurino quede en su segundo plano y sobre todo, para empezar a hablar de este festejo, nos debemos inmiscuir en la infrahistoria del festejo, en lo que sucede en bambalinas antes de que la tarde se pudiera celebrar. El reto de esta tarde a priori tenía la complicación de que Tijuana está a unos mil trescientos kilómetros de carretera de Ciudad Juárez, donde los caballos actuaron el día de antes. A ese enorme número de kilómetros hay que añadirle un buen número de paradas sanitarias y retenes en los que el camión se tiene que detener y cumplimentar la correspondiente documentación. Para resumirles, unas veinte horas de viaje.
Con todo ello, el camión llegaba a la plaza Caliente a las cuatro menos diez de la tarde, estando el festejo programado para las cuatro de la tarde. Aquí es donde entra ese equipo que siempre está detrás y que nunca se cita de los caballerangos y que en esta ocasión componían Lucía, Cheneke, Chiras y Emiliano y que para cuando descargaron los caballos, ya los habían preparado y trenzado en el propio viaje. Con la colaboración de banderilleros, mozos de espadas y todo el personal presente, incluso el propio Pablo, los caballos se terminaron por descargar y preparar y apenas para las cuatro y cuarto estaban ya listos y se pudo hacer el paseíllo. El ambiente era de lujo, con todo el boletaje vendido y con largas colas para entrar que todavía duraban cuarenta y cinco minutos después de iniciado el festejo.
Todo el esfuerzo realizado tendría su justo premio en el quinto de la tarde, un extraordinario toro de San Isidro que fue premiado con arrastre lento y con el que Pablo y sus caballos pudieron desplegar todo su toreo y un enorme abanico de suertes. Dos orejas y tercera puerta grande consecutiva.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX