HERMOSO DE MENDOZA TRIUNFA EN TEPATITLÁN TRECE AÑOS DESPUÉS

Pie de foto: Hermoso intenta clavar una banderilla a lomos de ‘Chocolate’, caballo al que hizo debutar en la jaliscense Tepatitlán.

Pie de foto: Hermoso intenta clavar una banderilla a lomos de ‘Chocolate’, caballo al que hizo debutar en la jaliscense Tepatitlán.

Logró una oreja de cada uno de su lote, de la ganadería San Pablo, y salió a hombros con sus compañeros de tarde.

Ganado: Cuatro toros de Barralba para la lidia a pie y dos para rejones, segundo y quinto, de San Pablo, de juego variado.

Toreros: Alfredo Ríos “El Conde” (silencio y dos orejas), Pablo Hermoso de Mendoza (oreja en ambos) y Oliver Godoy (silencio y dos orejas).

Lugar y fecha: plaza de toros portátil Lagunilla, en Tepatitlán, estado de Jalisco (México). 30 de abril.

Incidencias: Dos tercios de plaza. Los tres toreros salieron a hombros.

En la recta final de su temporada mexicana, Pablo Hermoso de Mendoza regresó a la jaliscense Tepatitlán después de trece años de ausencia y saldó su actuación con otro triunfo de puerta grande, pese a lo resbaladizo del piso, a dos toros que tuvieron sus complicaciones y a no contar con pesos pesados de su cuadra, como Disparate, Viriato y Pirata, quizá ya preparados para su regreso a Europa.

Por ello, en su primera faena, el caballero navarro introdujo novedades. Por un lado, tras la actuación de Sancho de salida y de Janucá en banderillas, el jinete estellés hizo debutar a Chocolate, un nuevo caballo que apenas había llegado a la casa del rejoneador esta semana y con el que se le vio cierto desacople en el momento de la reunión, aunque, en contrapartida, estuvo brillante y ajustado en las piruetas. Por otro, eligió por primera vez a Icarito para el tercio final, montura que estuvo muy efectiva en la ejecución de las cortas y, sobre todo, a la hora de matar. Un rejón en todo lo alto y de perfecta colocación hizo doblar al toro. El premio, una oreja.

Otra consiguió del quinto, un toro de 500 kilos, el más pesado de la corrida. Churumay lo paró con magisterio y lo toreó en redondo con elegancia. Tras el rejón de castigo, el cuatreño se dolió y se refugió en la barrera. En estos terrenos, tuvo que torear Beluga, que lo llevó muy ceñido al hilo de tablas. La buena faena continuó con Dalí, que hizo vibrar al público con sus piruetas. Y, de nuevo, cerró el trasteo con Icarito, con el que terminó con un soberbio rejonazo. Hubo petición de dos orejas pero el palco sólo concedió una, la necesaria para poder salir a hombros.

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