HERMOSO DE MENDOZA LOGRA EN LEÓN SU PRIMERA PUERTA GRANDE MEXICANA

Hermoso rubricó en León un triunfo redondo, de cuatro orejas.

Cortó las cuatro orejas de dos toros de Bernaldo de Quirós, de los que el segundo, quinto del festejo, fue premiado con la vuelta al ruedo.

Ganado: Dos toros para rejones de Bernaldo de Quirós, soso el segundo y bravo el quinto, premiado con la vuelta al ruedo, y cuatro de San Isidro, manejables en general.

Fermín Spínola: ovación y dos orejas

Pablo Hermoso de Mendoza: cuatro orejas.

Sergio Flores: oreja y ovación.

Lugar: plaza La Luz de León, estado de Guanajuato (México).

Fecha: 3 de febrero de 2013.

Incidencias: Lleno. Spínola y el caballero navarro salieron a hombros.

En su segunda actuación en México, en una abarrotada plaza de León, Pablo Hermoso de Mendoza consiguió el domingo pasado la primera puerta grande de su campaña, un pleno de cuatro orejas, que ofrece una idea de la calidad de las dos faenas del caballero navarro.

Su primero tuvo poca duración y escasa transmisión. Tras pararlo con Dante, el estellés ofreció un magnífico tercio de banderillas, con los ajustados quiebros de Van Gogh y con el osado arrimón de Ícaro. Ya sobre Pirata, después de una perfecta rueda de cortas, mató de un rejonazo de efectos rápidos y cobró las dos orejas del cuatreño.

Pese a este triunfo, lo mejor estaba por venir. Salió el quinto, llamado Mexicano, de 510 kilos, y desde el principio fue una máquina de embestir, con bravura y clase, tanta que al final se pidió el indulto para este ejemplar. Hermoso no dejó pasar la oportunidad y lo cuajó a placer, en un trasteo generoso en filigranas. Primero, con Estella, que llevó encelado en su cola al toro hasta pararlo. Seguidamente, ya en banderillas, con el elegante toreo de costado y las piruetas de Manolete y la soltura de Habanero, que se recreó en cada suerte. Y, al final, con Pirata, que permitió lucirse a su dueño en las cortas, en un para a dos manos digno de cartel y en dos rosas. Comenzó la negada petición de indulto, el navarro terminó con medio rejón que fue suficiente y se le concedieron las dos orejas del bravo toro, al que aplaudió mientras se le daba la póstuma vuelta al ruedo.

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