El caballero navarro, con ‘Disparate’, volvió a ofrecer otra lección magistral de toreo a caballo.
De nuevo, hizo vibrar y puso al público en pie con la ‘hermosina’, en una tarde en la que el palco le negó dos trofeos.
Ganado: Toros de Carmen Lorenzo (primero y sexto), San Mateo (tercero y quinto) y San Pelayo, nobles, justos de raza y venidos a menos, con un primero que fue el más completo.
Rejoneadores: Pablo Hermoso de Mendoza (oreja, ovación tras petición y oreja con fuerte petición de la segunda) y Leonardo Hernández (ovación, silencio y ovación).
Lugar y fecha: plaza de toros de Bilbao. 17 de agosto.
Incidencias: Más de media plaza. Primera de las Corridas Generales.
El festejo de rejones que abrió la feria bilbaína sirvió para que Pablo Hermoso de Mendoza sentara cátedra y añadiera, un año más, su nombre a la nómina de triunfadores de las Corridas Generales, que en su primera entrega contaron con una corrida de Niño de la Capea noble pero muy justa de empuje y raza.
El caballero navarro anduvo solvente, elegante y pulcro con el mejor toro de la tarde, el que abrió feria, y luego redondeó frente a los otros dos hasta pasear dos orejas que le otorgó un público, que se fue calentando conforme se desarrollaba el espectáculo.
Buen toro de Carmen Lorenzo el primero, con movilidad y clase. El jinete estellés brilló a lomos de Disparate, con el que galopó de costado de forma milimétrica y sorprendió con la ‘hermosina’, con esos cambios con la grupa de pitón a pitón que hicieron vibrar y pusieron al público en pie. Terminó su primera faena sobre Pirata con cortas sin respiro y un rejonazo trasero, que le permitió cobrar una oreja.
El tercero resultó noble pero aplomado, careció de empuje, por lo que el maestro realizó una faena más técnica que estética, trasteo en el que destacó sobre Dalí, montura que pisó terrenos del toro, exponiendo mucho. En el último tercio, después de clavar dos cortas con Palomo, volvió a utilizar a Pirata, con el que clavó un espectacular par de cortas a dos manos. Mató de un rejonazo en dos tiempos, hubo petición de oreja pero la presidencia la negó.
El quinto también tuvo poco fondo pero Hermoso con Disparate templó y dotó de ritmo a la faena y volvió a conquistar la plaza con Viriato, que toreó en un palmo de terreno, clavando muy despacio, con ritmo y ligazón. Fue la faena de más remate y peso de las tres realizadas por el torero de Estella. Se pidieron con fuerza las dos orejas pero, otra vez, el palco cobró protagonismo y sólo concedió una.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX