Cortó tres orejas en estas instalaciones militares, que acogieron por primera vez en su historia un festejo taurino.
Ganado: Dos novillos, de Golondrinas el primero y de Arroyo Zarco el sexto, dos toros de Fernando de la Mora para rejones, segundo y cuarto, dos toros de Rancho Seco, también para rejones, y otro de La Cardenilla, séptimo.
Toreros: Antonio Lomelín (silencio en ambos) Pablo Hermoso de Mendoza (oreja y dos orejas), Horacio Casas (silencio en ambos) y los Recortadores Españoles (ovacionados).
Lugar y fecha: Plaza portátil en el Estado Mayor del Ejército, en México D. F., estado de México. 29 de marzo.
Incidencias: Más de media plaza. Tiempo desapacible. Primer festejo de la historia en estas instalaciones militares. El caballero navarro salió a hombros.
Un día antes de sufrir el percance en Toluca, Pablo Hermoso de Mendoza triunfó en un escenario nada usual, las instalaciones del Estado Mayor del Ejército mexicano, donde se instaló una plaza de toros en su centro hípico. El mal tiempo reinante –lluvia, con granizo incluido-y el elevado precio de las entradas impidieron que se registrase una mayor asistencia de público y obligaron a retrasar una hora el comienzo del festejo.
De este modo, bajo una tarde fresca, el jinete estellés paró a su primer con Fo, que permitió dejar rejones de muy buena ejecución. En banderillas, lo más destacable fue el debut de Beluga, un potro de tres años, hijo de Caviar, que no pareció bisoño sino experimentado en tres banderillas en las que dio la cara, cuarteando con suavidad. La nueva montura dio paso a Habanero, que cerró el tercio con serie de tres piruetas que tanto gustan en tierras mexicanas. Ya en el tercio final, sobre Machete, el navarro dejó las cortas, se adornó con la suerte del teléfono y acertó con un rejón letal limpio, que le permitió pasear un trofeo.
Para lidiar al cuarto de la tarde, un toro de mucha presencia y bien armado, el caballero navarro optó por algunos de los pesos pesados de su cuadra y acertó. Lo paró con Churumay, en muy corto espacio de terreno. Después, en banderillas, Disparate volvió a ofrecer todo un recital de toreo, tanto con la alegre hermosina como con su templado toreo de costado. Justo en ese momento, salió el sol, el público se despertó y vibró con la faena. El torero estellés mantuvo la algarabía en los tendidos con la actuación de Duende, que se puso delante del toro, inició un provocativo balanceo y se arrancó seguidamente en un tierra a tierra hasta muy cerca del astado, para cuartear y clavar en lo alto. Para el último tercio, optó por Pirata, que volvió a sentar cátedra de cómo hacer las cosas, de cómo acortar los terrenos. Tres cortas sin tiempos muertos, en lo alto y reunidas, dieron paso a un fabuloso par a dos manos y a diversos adornos, que prologaron un rejón letal de efectos rápidos. Fue una gran faena, bien rematada con la hoja de peral y premiada justamente con las dos orejas del astado.