FRESAS DE HUELVA PARA ABRIR BOCA

Derechazo de López Simón.

La presidencia fue pitada por no conceder la oreja del primero pero la petición fue más ruidosa que mayoritaria

Ficha técnica
Ganado: Seis utreros de El Parralejo, justos de presencia, desiguales de cara y hechuras, y de juego dispar con un segundo con clase, un tercero que también la tuvo pero menos y un sexto encastadito estos tres fueron aplaudidos en el arrastre.

Novilleros.
Jiménez Fortes: vuelta tras intensa petición y saludos desde el tercio.

Sergio Flores: silencio tras aviso y silencio.

Alberto López Simón: vuelta al ruedo y silencio tras aviso.

Presidencia. A cargo de Josetxo Gimeno, asesorado por Fernando Mutilva y Miguel Reta, cumplió correctamente su cometido.
Incidencias.

Algo más de dos tercios de plaza. Tarde agradable. Los tres novilleros hicieron el paseíllo desmonterados. Buenos pares de César de la Fuente al tercero. Miguel Reta debutó como asesor.

Comienzo decepcionante. ¿Por qué fue contratada una ganadería tan desconocida como nueva, sin mérito alguno apenas, para abrir el abono sanferminero? Razón: la Casa de Misericordia.

Al ruedo saltaron seis utreros muy desiguales de hechuras, con un primero que fue poca cosa, muy justito de presencia para una plaza como la pamplonesa, un cuarto estrecho, como escurrido, y un quinto y sexto con más hechuras de tres años. En lo referente a sus caras, más de lo mismo. Los últimos fueron más ofensivos, pero, en general, se puede hablar de un encierro cómodo, y no digamos el que abrió plaza.

Y respecto al juego, el conjunto no cumplió en varas, con una segunda puya de lavar y marcar. En este tercio, sólo logró el aprobado el quinto, que empujó con fijeza en los dos encuentros, aunque tampoco fue como para tirar cohetes.

En el último tercio, a casi todos se les pudo cortar orejas, aunque hubo tres -segundo, tercero y sexto- de triunfo importante.

Pero éste nunca llegó, sobre todo por el fallo con los aceros, en la suerte suprema.

En definitiva, los novillos fueron fresitas, pequeñas, dulces y sabrosas, como para paladear la puerta grande de Pamplona, frutitas que decepcionaron al aficionado y que no se ganaron el viaje de repetición desde Huelva para el año que viene.

Muy puestos

Respecto a la mano de obra, no tuvo problemas con la materia prima, o casi, y estuvo por encima de ella, o casi también, más bien aparentemente.

El mejor lote, el más completo, se lo llevó López Simón, que combinó buenas maneras con momentos efectistas, para llegar al gran público, algo que consiguió, y asegurarse más fácilmente el triunfo, sueño que no alcanzó.

El madrileño recibió a su primero con unas chicuelinas de escaso sabor. Bien banderilleado, sobre todo por César del Puerto, el utrero llegó al último tercio con fijeza -característica que tuvo todo el encierro- y codicia. El joven, de aspecto físico parecido a Talavante, comenzó el trasteo en el centro del anillo con un par de hieráticos cambiados por detrás. Siguió con buenas maneras en redondo aunque, a veces, pecó de encimista, pues pudo darle mayores distancias al utrero. Pese a ello, se le vio sobrado e intentó capturar el interés del tendido con muletazos rodilla en tierra y algún desplante. Sólo le quedaba la suerte suprema para triunfar. Se tiró a matar y dejó una casi entera, pero bastante caída; además, pinchó en su primer intento de descabello y, cuando iba a ejecutar el segundo, el novillo se echó. Hubo ligera petición, el de Barajas saludó a la ovación y aprovechó el momento para lanzarse y dar una vuelta al ruedo.

Frente al sexto, ejecutó el mejor toreo a la verónica de una tarde que acabó en noche. Pero en el último tercio se encontró con un novillo encastadito, que repetía una y otra vez, tanto que pareció pegajoso. Lo cierto es que el novillero de Madrid se vio desbordado en más de un momento. El resultado fue una faena de altibajos, en la que toreó con buen estilo en redondo pero bastante acelerado casi siempre y, a veces, también vulgar. Tres pinchazos y una casi entera desprendida pusieron fin a su ambición, a las ganas, al hambre de triunfo que mostró, que no es poco.

Sergio Flores, por su parte, practicó un toreo de mayor pureza. Lo cierto es que no fue tan afortunado en el sorteo como el anterior, pues tuvo en sus manos el mejor novillo de la tarde pero también el peor.

Ante el primero de su lote, mostró cierto gusto a la verónica. Respondió después al quite de Simón, con otro por ceñidas chicuelinas. Y en el tercio final, se encontró con un novillo noble, que embistió con clase por ambos pitones y ante el que estuvo más a gusto que frente a una becerra en un tentadero. Lo toreo cómodo y seguro por ambos pitones. Pero llegó la hora de matar y la cosa cambió. Su faceta de pinchaúvas afloró en Pamplona y terminó con el buen novillo de dos pinchazos, con unas manoletinas intercaladas, y una media estocada, que prologó un aviso y una lenta agonía, al estilo bravo, del novillo.

El segundo de su lote fue el más deslucido por su corto, muy corto recorrido. El de Tlaxcala lo intentó, perseveró pero el lucimiento era misión casi imposible y, además, volvió a pinchar reiteradamente.

Por último, Jiménez Fortes decepcionó. Curtido como sus compañeros, con la alternativa a la vista en Bilbao, se le vio como algo nervioso, indeciso, ante sus dos novillos. Cierto es que fue el peor parado en el sorteo. Su primero fue un noble pequeño carente de importancia y el jabonero cuarto resultó brusco, sacó genio y acabó rajándose. Sufrió dos cogidas que, a su altura, nunca debieron llegar.

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