FALLECE RAFAEL HUERTA, AUTOR DEL MONUMENTO AL ENCIERRO PAMPLONÉS

Rafael Huerta señala a su personaje en el Monumento al Encierro. Fotografía: José Antonio Goñi.

El artista murió en Valencia tres días antes de cumplir 94 años.

Rafael Huerta Celaya, el escultor del monumento que con los años se ha convertido en una postal icónica de Pamplona, falleció el pasado 21 de diciembre en el Hospital General de Valencia, tres días antes de cumplir 94 años. Huerta llevaba dos años viviendo en la capital valenciana, comunidad a la que estuvo siempre vinculado, igual que a Navarra, pese a haber nacido en Bilbao en 1928.

El Monumento al encierro en realidad fue la ampliación de la obra que él mismo había esculpido en 1994 con dos corredores y un toro. En 2007 se inauguró la versión ampliada en la avenida de Roncesvalles, de bronce, con 11 metros de largo y 4 de ancho, compuesta por un total de 19 figuras -6 toros, 3 cabestros y 10 corredores- entre los que se encuentra él mismo, ya que dio sus facciones al mozo que está tirado en el suelo, en la parte delantera del conjunto.

Según publica diariodenavarra.es, no corrieron la misma suerte otras dos cabezas que originalmente tenían el rostro de dos personas conocidas, la del entonces concejal delegado de Cultura, Ignacio Pérez Cabañas (CDN), y del célebre corredor Julen Madina. La junta de Gobierno del Ayuntamiento de Pamplona acordó meses antes de la inauguración que el monumento no debía tener caras conocidas, por lo que Huertas tuvo que cambiar las efigies de Pérez Cabañas y Madina.

El monumento fue financiado por el Ayuntamiento y por Caja Navarra, con un coste de 661.000 euros. La intención de Huerta era plasmar una instantánea del encierro y expresar acción, una estampida, y, según señaló creía que se trataba del trabajo más importante de su vida profesional.

El terreno de la escultura monumental era donde mejor se movía. Además de en Navarra, tiene obras en el País Vasco, Cantabria y Madrid. Y en Pamplona además instaló el Monumento a José Joaquín Arazuri (2002), en el paseo del mismo nombre; Monumento a Nicasio Landa (1999) en los jardines del Hospital de Navarra; Rebotando al revés en la avenida de Aróstegui (1990) y El sueño, en el Patio de Gigantes de la calle Descalzos.

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