FALLECE EL DIESTRO PORTUGUÉS MARIO COELHO VÍCTIMA DEL CORONAVIRUS

El matador de toros portugués Mario Coelho.

El matador de toros portugués Mario Coelho.

En Pamplona sólo toreó una tarde, el 15 de julio de 1967; fue una novillada picada fuera de abono en la que cortó una oreja ‘a la desgracia’.

Mario Coelho Lhuis, matador de toros y banderillero de tronío que llevó el nombre de su país de origen, Portugal, por todo el mundo, falleció ayer. El torero, ya octogenario, ingresó en el Hospital de Vila Franca de Xira -su ciudad natal-, donde falleció a causa de los efectos de coronavirus.

Vivió el ambiente taurino desde su niñez y pronto mostró su intención de ser torero. Compaginó sus primeras andanzas taurinas con el necesario trabajo para ayudar en la economía familiar. Viajó a España para formarse como torero, bregando en numerosas capeas y encierros y militando poco después en las filas de toreros lusos que venían a torear a nuestro país. Pronto sus dotes toreras le granjearon cierta fama y entró en las cuadrillas de espadas como Paco Corpas, Andrés Vázquez, El Viti, Luis Miguel Dominguín…

Logró hitos a lo largo de su carrera en las filas de plata como salir a hombros en plazas como Jerez, Málaga, Zamora, Pamplona… llegando a sonar la música en su honor en la misma plaza de Madrid. Igualmente, ya como matador de toros -tomó la alternativa en Badajoz, en 1967, tras nueve años como subalterno-, el coso venteño fue testigo de cómo su afición le obligó a dar una vuelta al ruedo tras banderillear el día de su confirmación de alternativa.

Pero, más allá de su brillante manejo de los palos, Coelho destacó también sobremanera con el capote de brega en sus manos. Anduvo veintitrés años como matador de alternativa, pero no logró llegar igual de lejos que como torero de plata. A pesar de ello, compartió cartel con toreros como Ojeda, Paquirri, Camino, Manzanares, Capea… y otras figuras de la época.

Precisamente alternando con Ojeda y Capea en Moita (Portugal) llegó a matar un toro saltándose la prohibición de dar muerte a los animales que rige en el país luso. Aquello generó tanta polémica como promoción a su nombre. También toreó bastante en América -llegó a confirmar su doctorado en la Plaza México- y, una vez retirado, contribuyó a lanzar las carreras de Pedrito de Portugal y de su propio hijo, anunciado también en los carteles como Mario Coelho, fruto de su matrimonio con Verónica, hija del primer matador de toros portugués, Diamantino Vizeu.

El matador, que también estuvo casado con María Helena Guerra, fue honrado en octubre del año pasado con una estatua en su tierra natal. El libro ‘Um homem inteiro’ repasa la trayectoria de esta figura del toreo luso, cuya muerte se ja sentido profundamente. Descanse en paz.

Una tarde en Pamplona

En la capital navarra únicamente hizo un paseíllo. Fue el 15 de julio de 1967, en una novillada picada fuera de abono, que, posiblemente, fue la última de su profesión, ya que diez días después tomó la alternativa, y lo hizo en Badajoz. La plaza pamplonesa se llenó para la ocasión en más de tres cuartos de su aforo.

Esa tarde, alternó con Gabriel de la Casa, que saldó sus dos actuaciones con saludos, y Miguel Márquez, que le cortó las dos orejas al sexto e incluso tuvo petición de rabo. Todos ellos lidiaron seis utreros de Conde de la Maza, bien presentados, con más kilos que trapío y algo difíciles para el lucimiento.

Según Diario de Navarra ante su primero, no anduvo bien con la muleta; fue volteado varias veces; mató de una estocada tendida y se le concedió “una oreja a la desgracia”. Con un bombacho en vez de taleguilla, toreó mejor al quinto; le dio unos redondos discretos, un poco embarullados; fueron medios pases aburridos y sosos; terminó con un pinchazo, una estocada tendida y cinco descabellos; escuchó pitos.

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