Francisco Expósito ofreció otra lección de toreo fino.
Se trata de una ganadería en proceso de formación, situada en Morentín, en la Merindad de Estella. Fotografías: Ricardo y K. L.
El matador de toros Francisco Expósito vivió el sábado pasado una intensa jornada campera. Como ya se ha publicado, intervino por la tarde en un tentadero de Ganadería de Pincha. Pero llegó a El Ontanal de Lodosa después de haber probado por la mañana la bravura de dos machos de Zaratillas, ganadería de Morentín, en la Merindad de Estella, que actualmente está en proceso de formación. Su propietario es Miguel Tulebras y la procedencia de esta vacada brava es Osborne, El Torero (vía Santiago Domecq) y Daniel Ruiz, unas mimbres más que interesantes.
Toreó en la plaza de tientas de Noveleta ante un pequeño grupo de aficionados, entre los que se encontraban, entre otros, el padre y el hermano del maestro rejoneador, Pablo Hermoso de Mendoza Galdeano y Juan Andrés Hermoso de Mendoza Cantón, respectivamente.
El diestro pamplonés estuvo perfectamente auxiliado por un dúo de banderilleros de lujo, por Pablo Simón y José Manuel Rodríguez, ambos navarros y miembros de la cuadrilla con la que Expósito tomó la alternativa el año pasado en Sangüesa.
El espada navarro se las vio en primer lugar con un becerro castaño, que acabó convenciendo a todos. De salida, produjo dudas ya que pecó de distraído. Pero, poco a poco, fue siempre a más y terminó sacando sus buenas cualidades: clase, fijeza, repetición, alegre tranco y una enorme durabilidad. Fue tan bueno que los dos banderilleros citados se animaron a darle unos cuantos muletazos, todos de buen corte.
El segundo novillo fue distinto. Sirvió para el toreo como el anterior, pero no tuvo su clase y fue algo brusco de embestida. Tanto ante éste como frente al primero, Expósito disfrutó, de capa y de muleta. Las series, templadas y con su personal gusto, se sucedieron, por ambos pitones, y la tienta le sirvió como un estupendo entrenamiento.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX