ESCOLARES, NO, BACHILLERES. CRÓNICA DE LA TERCERA DE LA FERIA DEL TORO

Natural de Juan Bautista al quinto de la tarde. Fotografía: Javier Arroyo.

Natural de Juan Bautista al quinto de la tarde. Fotografía: Javier Arroyo.

Oreja de peso para Bautista ante un encierro con importancia, por su presencia y, sobre todo, por el buen juego ofrecido. Imágenes (Enfoque Taurino y Javier Arroyo).

Ganado: Seis toros de José Escolar, muy bien presentados, parejos, bien armados, serios y de juego dispar, descastado el primero, noble el segundo, con cierta clase el tercero, complicado el cuarto, completo y con casta el quinto, importante, y con guasa el sexto. Segundo y quinto fueron aplaudidos en el arrastre; el cuarto, por el contrario, pitado.

Diestros. Francisco Marco (silencio en ambos), Juan Bautista (saludos y oreja) y Alberto Aguilar (saludos y palmas tras aviso).

Presidencia: A cargo de Fernando Villanueva, asesorado por el veterinario Miguel Ángel Martínez y por Fernando Moreno, cumplió correctamente su cometido.

Incidencias: Lleno. Tarde soleada y muy calurosa. Marco fue cogido aparatosamente por el primero, por fortuna sin más consecuencias.

Realizando un pequeño ejercicio de memoria, y aunque las comparaciones resulten odiosas, se puede afirmar que la corrida de José Escolar que se lidió ayer fue mucho mejor que la del año pasado, la de su debut en Pamplona, en la llamada Feria del Toro.

Y fue mejor por su seria presencia, por lo parejo y bien armado del conjunto y, sobre todo, por el juego que ofreció en el ruedo. Que nadie piense que fue como para tirar cohetes, pero careció de ese peligro, de las perversas intenciones que mantuvo el encierro abulense del año pasado.

En el conjunto de ayer hubo de todo, como en botica, pero fue una grata sorpresa, pese al mucho castigo que sufrió en varas.

Seguro

El más afortunado del sorteo fue el diestro francés, porque se llevó el mejor lote. Llamaba la atención el nombre de Bautista en una corrida de este tipo, dura y, sobre todo, a contra estilo del matador de Arles. Pero este torero supo superar todos los problemas y se opuso con muy buenas formas a los dos de su lote.

A su primero lo recibió con buen estilo a la verónica. El cárdeno, llamado Señorito, recibió de lo lindo en el peto y después permitió al espada lucirse en un quite por chicuelinas. Ya con la muleta, aprovechó al máximo el buen pitón derecho del cuatreño en varias series, mató de media estocada de efectos rápidos y recibió la primera ovación de la tarde, a la que correspondió saludando desde el tercio.

Ante el quinto mostró la madurez que ha adquirido su toreo, su buen estilo. El llamado Campanero II fue un toro importante, mucho más que el que recibió la vuelta al ruedo el día 7. Y lo fue por su pelea en varas, porque cumplió en los dos encuentros con los varilargueros y por el equilibrado juego que ofreció en el último tercio. Aceptó la muleta del francés por ambos pitones. El diestro lo entendió bien y toreó muy seguro, con buen corte, por derechazos y naturales. Seguro de sí mismo, comprendió que disfrutaba de una oportunidad que no podía desperdiciar. Así, se tiró a matar y cobró una estupenda estocada que hizo rodar al toro. Justa oreja, trofeo de ley, de peso.

Sin suerte

El resto del encierro de Escolar fue otro cantar. El que abrió plaza careció de casta pero tuvo nobleza y mantuvo la fijeza. Sin humillar lo debido, aceptó la muleta de Marco, quien lo toreó en tres buenas series, muy decidido. Tras ellas, el toro se cansó de embestir y comenzó a salir suelto de los muletazos. Por el izquierdo, no dio opción. Tras un par de pinchazos, se volcó con el estoque y en el embroque fue cogido; con oficio, supo rodar por la arena y evitar así daños mayores.

Y con el cuarto, volvió a tener la suerte de espaldas. Fue, con el sexto, el peor toro de la tarde; se revolvía ágil por el derecho y por el izquierdo resultó andarín incierto. Salvo probaturas, nada que hacer.

El madrileño Aguilar, por último, tuvo algo más de suerte en el sorteo, pues su primero embistió con cierta calidad por el derecho. Tal cualidad la aprovechó para dibujar un buen trío de tandas. Por el otro pitón, el de Escolar decidió colarse y por eso no hubo nada que hacer. Un pinchazo, media estocada y el mal hacer del puntillero acabaron con toda posibilidad de conseguir trofeo.

Y su segundo, el sexto, el que cerró plaza, fue malo, pura guasa. Pese a ello, Aguilar dio la cara, estuvo por encima de él e incluso le robó alguna tanda de derechazos. Su voluntad, a prueba de bombas.

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