EL TORO MÁS LISTO. CRÓNICA DE LA 4ª Y ÚLTIMA DE LA FERIA DE TAFALLA

Derechazo de mano baja de Fandiño al cuarto de la tarde, que atesoró calidad en la muleta. Fotografía: Alberto Galdona.

Cocinerón’ se negó a salir de chiqueros en una tarde en la que Nazaré cortó la única y última oreja de la feria. Galería de imágenes de Alberto Galdona.

Ganado: Cinco toros de Aguadulce (primero, segundo y quinto con el hierro de José Marí a Aristrain, su propietario), bien presentados, nobles y justos de fuerza, y uno de Hermanos Garzón, con calidad y transmisión, el mejor de la tarde, que fue ovacionado en el arrastre.

Toreros: Iván Fandiño (silencio y saludos tras petición de oreja y aviso), Julio Benítez ‘El Cordobés’ (silencio en ambos) y Antonio Nazaré (silencio tras aviso y oreja).

Presidencia: A cargo de Pablo Larrasoaña, asesorado por el veterinario Andrés Pemán y por Andrés Baztán, resultó desconcertante, incongruente, por negar un trofeo en el cuarto y concederlo en el sexto cuando el público los pidió con la suficiente fuerza.

Incidencias: Dos tercios de plaza. Tarde soleada con continuas rachas de molesto viento. Los tres diestros hicieron el paseíllo desmonterados.

El toro Cocinerón fue ayer el toro más listo de la feria. Arrastrado el primer cuatreño de la tarde, se abrió el portón de toriles para que saliese el segundo, que era precisamente el ya mencionado. Pero el bonito burraco se negó salir. Lo intentaron de todas las maneras, pero el toro marcado con el número 37 no cedió y siguió luchando por no salir al ruedo. Pasaron los minutos, el público se impacientaba, comenzaban a sonar pitos y se optó, con buen criterio, que saliera su hermano de lote, el que tenía que lidiarse en quinto lugar, el castaño llamado Vicario.

Prosiguió el festejo y llegó la hora de que saliese el quinto. En esta ocasión, Cocinerón cedió y salió altivo al ruedo. La razón de no haberlo hecho antes, cuando le correspondía hay que buscarla en la mano de obra. El burraco sabía que le había tocado ser lidiado por Julio Benítez y aguantó al máximo para intentar evitarlo. Cocinerón no quería caer en manos de un diestro sin sitio. Deseaba entregar su bravura, su vida, frente a un matador de toros que lo lidiase hasta el límite, hasta exprimir la última gota de su sangre brava. Por ello, planteó la batalla en los medios, con la boca cerrada, esperando a arrancarse para no parar de embestir.

El de Córdoba pudo pero no supo. Y si en Estella había dejado mala imagen, ayer la corroboró. Ante su primero se mostró precavido, inseguro y quiso hacer creeer que el toro era peor de lo que era. Ni un muletazo de verdad. Lo mismo que ante Cocinerón, que recibió una mala muerte, que no merecía, sin haber podido demostrar su bravura.

Fue lo peor de una tarde que, en el sentido positivo, contó con la buena disposición de los otros diestros, pese a ese viento que molestó no sólo a los toreros sino también a los espectadores.

Y como no hay un festejo igual a otro, el mejor momento de la tarde vino de la mano de una curiosidad. La mejor faena de la tarde la hizo un diestro que no estaba anunciado en los carteles, que toreó en sustitución de Agustín de Espartinas, y ante un toro que tampoco lo estaba, un remiendo de última hora de Hermanos Garzón, llamado Sevillano, el toro con más calidad de la feria.

Fandiño y Sevillano se entendieron a la perfección desde el principio. La muestra estuvo en esas sentidas verónicas de recibo. En el último tercio, a un templado toreo en redondo le siguieron tres series de naturales al ralentí, barriendo la arena con la muleta, y seguidamente pases por alto, un cambiado por la espalda al límite y más toreo de calidad con la diestra. La pena fue que la estocada casi entera vino precedida de un par de pinchazos y encima el puntillero levantó al toro. Pese a todo ello, el público pidió una oreja para una faena de dos; sin duda, la mejor de la feria.

Ante el noble que abrió plaza, sin embargo, el espada vizcaíno no pasó de correcto. Faena aseada, sin complicaciones, por ambos pitones, concluida con una casi entera contraria, que nunca llegó al respetable.

Nazaré, por último, dejó asimismo buena imagen. Quiso agradar ante sus dos toros. A su primero lo pinchó demasiado. Ante su segundo, último de la tarde y de la feria, un colorado llamado Artillería, noble y con mucha fijeza, el sevillano, tras unos ayudados insípidos, conectó ligando los derechazos a golpe de zapatilla en tres buenas series en redondo. Terminó con una estocada baja y un descabello, y cobró la única oreja de la última tarde.