EDUARDO DÁVILA MIURA: “TENGO CUENTAS PENDIENTES, COMO TOREAR UNA DE MIURA EN PAMPLONA”

Dávila MIura saluda triunfal en la plaza de Pamplona

Dávila MIura saluda triunfal en la plaza de Pamplona

El torero sevillano visitó el jueves pasado la capital navarra para participar en el I Afterwork, organizado por la Asociación el Progreso de la Dirección con la colaboración de Diario de Navarra.

«No creo que vuelva a torear, todavía aguanto, aunque se me han quedado algunas cosas pendientes, como, por ejemplo, torear una de Miura en Pamplona. Si vuelvo, pedirme las orejas», dijo entre risas el jueves pasado en la capital navarra a los asistentes al I Afterwork,  organizado por la Asociación el Progreso de la Dirección con la colaboración de Diario de Navarra.

Dávila Miura apenas estuvo 10 años como matador de toros, tiempo suficiente para dejar una profunda huella y, en especial, en Pamplona y los Sanfermines. Tomó la alternativa en su Sevilla natal en abril de 1997 de manos de Emilio Muñoz. «Aquel día. Emilio me dijo que de las 12.000 personas que en ese momento estaban en la Maestranza, un 80 o a un 90% les hubiera gustado ser toreros y estar donde yo estaba», recordó con exactitud.

Aquella tarde, con toros de Jandilla, fue el inicio de una breve carrera profesional. En 2006, decidió abandonar los ruedos, quizá en su mejor momento y con años aún de recorrido. «Antes de dedicarme a esto, mi apoderado me preguntó si lo que yo quería era torear o ser torero. Lo primero era sencillo, pero lo segundo exigía dedicarte de lleno y por completo a tu profesión. Decidí retirarme el día que comprendí que toreaba en lugar de dedicarme a ser torero», resumió con profundidad.

El torero sevillano dio a conocer algunos detalles de su trayectoria profesional, aspectos que pueden exportarse, como ejemplo, a muchas decisiones de nuestras vidas. «Mientras estaba en activo, yo pensaba que era el torero que más miedo pasaba. Una tarde en Bilbao tenía que estoquear una corrida con El Juli y yo estaba muerto de miedo. Pensaba en cómo salir de allí. Una vez pasado por la capilla y a punto de comenzar el paseillo, me sinceré con Julián (El Juli) y le conté lo mal que lo estaba pasando. El Juli miró hacia atrás, vio la puerta del patio de cuadrillas abierta y me dijo: ‘Mira, todavía podemos escapar’. Eso a mí me dio confianza, porque comprendí que él también lo estaba pasando mal. Dos horas después yo salía por la puerta grande», comentó entre bromas.

Dávila Miura aseguró asimismo que los toreros están preparados para una cornada, pero no para fracasar. «Hay que esperar siempre a ver qué ocurre, no adelantarse a lo que puede pasar. El miedo al fracaso lo llevamos ya en la cabeza. En una ocasión pasé muy mal día por un toro que me había tocado en el sorteo. Yo no lo quería. Al final, el toro se lesionó y no duró ni dos minutos en el ruedo. Toda mi preocupación anterior no había servido para nada. Hay que esperar siempre al momento, sin anticiparse a los temores», explicó el ahora apoderado y promotor  de cursos de Tauromaquia.

Algunas decisiones en nuestra vida se toman y nos fortalecen. Algo así le ocurrió a Dávila Miura una tarde en Santander, en una corrida televisada por TVE y en la que compartía cartel con Uceda Leal y El Juli. Los dos habías cortado orejas e iban a salir por la puerta grande. A Dávila Miura sólo le quedaba un toro y tenía que hacer algo especial. Jamás en su vida como torero recibió a un toro a porta gayola, pero aquella tarde algo en su interior le llevó a coger el capote y colocarse frente a la puerta de chiqueros. «Fue una decisión no muy pensada. De hecho los de mi cuadrilla ni se lo esperaban. Conforme llegaba a la puerta de chiqueros me preguntaba a mí mismo a dónde iba. Cuando me arrodillé, como no lo había hecho nunca, no sabía si estaba lejos o cerca. El toro salió y me saltó por encima, pero luego le pegué unos buenos capotazos. De ese momento y de haber calentado al público, vino luego el triunfo. Salí a hombros», resumió Dávila Miura sobre una decisión que nunca antes había tomado en su vida.

«No creo que vuelva a torear, todavía aguanto, aunque se me han quedado algunas cosas pendientes, como, por ejemplo, torear una de Miura en Pamplona. Si vuelvo, pedirme las orejas», dijo a los asistentes entre risas. «A pesar del miedo que pasé, lo que no me hubiera gustado en mi vida es llegar a la edad que tengo ahora y haberme preguntado si hubiera sido capaz de ser torero», concluyó.

Información del blog Diario de San Fermín, en Diario de Navarra.

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