DOLORES APTOS

Joselillo volvió a triunfar en Pamplona y volvió a rozar la puerta grande.

Interesante corrida de la ganadera vasca, ante la que Joselillo cortó una oreja y rozó la primera puerta grande

Ficha técnica.

Ganado Seis toros de Dolores Aguirre, muy bien presentados, serios de cara, astifinos y de juego dispar, con un encastado tercero, que fue ovacionado en el arrastre, y un noble quinto.

Diestros

Salvador Cortés: silencio tras dos avisos y silencio tras aviso.

Alberto Aguilar: silencio y saludos desde el tercio.

Joselillo: oreja y vuelta tras petición.

Presidencia. A cargo de Elena Barrera, asesorada por Fernando Mutilva y Josetxo Gimeno, cumplió con buen criterio su cometido y acertó al no conceder una oreja del sexto, pues la petición fue ruidosa pero nunca llegó a ser mayoritaria.

Incidencias. Lleno. Tarde soleada y calurosa. Aguilar hizo el paseíllo desmonterado.
El subalterno Pedro Mariscal fue alcanzado por el que abrió plaza al intentar apuntillarlo y fue atendido en la enfermería de un varetazo en el muslo derecho.

Si Langosta hubiese cumplido en varas, estaríamos pensando ahora mismo en un toro candidato al Carriquiri, al premio de la feria al mejor toro. Pero no lo hizo. Así que… Langosta en la Feria del Toro, todo un lujo para sibaritas pero el ciclo pamplonés es más de cangrejos que de marisco, y entre ambas calidades se movió la corrida de Aguirre. Ofreció un juego dispar o, lo que es lo mismo, hubo de todo, como en botica.

Los primeros fueron un par de mansos rajados que se dejaron hacer. El tercero, el ya citado, tuvo fijeza, nobleza, repitió humillado y pudo presumir de fondo, de durabilidad. Tuvo nobleza también el quinto, sobre todo por el pitón izquierdo. Y resultaron complicados el cuarto y, sobre todo, el sexto, que bien se podía haber llamado Cazamoscas en vez de Angelón, pues de bondad alada no tuvo nada siempre quiso coger y estuvo a punto de conseguirlo, aunque, finalmente, se quedó con las ganas.

Con estas diferentes cualidades de los toros, la tarde resultó entretenida y el encierro interesante porque cuatro de los toros resultaron toreables, y el conjunto lo fue mucho más que los dos anteriores, que torrestrellas y cebadas.

En tal situación, el sorteo no fue equitativo para los tres espadas.

El peor parado fue el diestro más veterano, Salvador Cortés, siempre querido en la capital pamplonesa. Frente a su primero, que sólo quería irse a tablas tras los dos primeros derechazos, tuvo el mérito de lograr meterlo en la muleta y que aguantase en ella. Realizó una faena basada en derechazos y redondos -por el izquierdo el toro era complicado-, que fue cogiendo vuelo y que concluyó con una estocada. De haber rodado el toro, se habría pedido un trofeo, pero el cuatreño se echó, se levantó, volvió a echarse, a incorporarse y con tanto vaivén los ánimos se enfriaron. Mala suerte.

Le quedaba otro toro al de Sevilla para poder seguir soñando en el triunfo pero el cuarto no le dio opciones. Fue un ejemplar deslucido, que se acordaba de lo que dejaba atrás. Cortés lo intentó , se resistió a encajar esa realidad que le alejaba de ese sueño, ejecutó una buena tanda de derechazos, terminó con una casi entera, dio la cara en todo momento pero, además, el toro volvió a echarse y levantarse. En fin… otra vez será.
Causó buena imagen el debutante Aguilar, por su arrojo y soltura.

De menuda estatura, estuvo muy centrado con su primero, un toro que siempre quiso irse a tablas. Lo aprovechó con cuatro tandas de derechazos que reflejaron su valía. Por el izquierdo, nada pudo hacer. Ante el buen quinto, se mostró decidido al natural.

Pero a los dos de su lote los pinchó primero antes de dejar la estocada y, por ahí, se le esfumaron los trofeos. La faena a su segundo mereció mayor repercusión en los tendidos sin embargo, nunca llegó a conectar del todo.

Joselillo volvió a rozar la puerta grande. Se las vio con ese Langosta, y lo toreó con soltura por ambos pitones en el centro del anillo firmó su mejor faena en Pamplona y cobró una merecida oreja. Y se la jugó abiertamente frente al que cerró plaza, algo que le honra pero el lucimiento fue más bien escaso.

Tres festejos, tres orejas. La cosa no va tan mal.

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