CUARTA CORRIDA DE LA FERIA DEL TORO. CRÓNICA. «DECEPCIÓN»

Talavante comenzó la faena al tercero con un puñado de estatuarios.

Talavante comenzó la faena al tercero con un puñado de estatuarios.

Fracaso ganadero de Victoriano del Río, que conllevó que la tarde se saldase sin trofeos.

Ganado: Seis toros de Victoriano del Río -el sexto con el hierro de Toros de Cortés-, bien presentados y armados, nobles en conjunto pero faltos de fondo y de clase, salvovel tercero por el pitón izquierdo.

Morante de la Puebla: pitos en ambos.

Julián López “El Juli”: palmas y silencio.

Alejandro Talavante: saludos desde el tercio y silencio.

Presidencia: A cargo de Ignacio Polo, asesorado por Jesús María de Andrés y Miguel Reta, correcta, pasó desapercibida.

Incidencias: Lleno hasta la bandera. Tarde soleada y muy calurosa, que terminó en nublada.

¡Qué lástima! La corrida estrella de la feria se fue al traste ayer por culpa de la materia prima. Nadie se la quería perder. Tres figurones del toreo y, entre ellos, uno que desata tanto interés como pasiones, Morante, el de la Puebla del Río.

Un encierro de Victoriano del Río, de un hierro que estaba realizando una magnífica temporada. Se daban cita en el coso pamplonés todos los cimientos para disfrutar de una gran tarde de toros. Y, lo qué es la vida, dos horas después del paseíllo, todas las esperanzas, los sueños se habían esfumado.

La mayor culpa de esta gran decepción la tuvo la materia prima, muy cuidada en varas. Los toros lucieron una buena presentación, pero poco más. El primero resultó parado y algo mirón. El segundo fue un ejemplar noble que se vino abajo enseguida en el último tercio y acabó rajado. El tercero embistió con clase por el izquierdo pero terminó rajándose también. Y los tres últimos carecieron de calidad, fueron deslucidos.

Además de por este mal encierro, la tarde se saldó sin trofeo alguno por el mal uso del estoque. No hubo una estocada al primer intento. Sí, varias medias, atravesadas tirando a feas y numerosos pinchazos y descabellos. Y así…

Respecto a la mano de obra, la mayor atracción -con todo el respeto para los otros dos diestros- se centraba en el regreso a la capital navarra de Morante de la Puebla. Su recibo a la verónica al que abrió plaza fue esperanzador; un buen ramillete pero sin los aromas que él derrama. Sin embargo, después, ya con la muleta, la pitada se veía venir. El toro no le gustó al sevillano, aunque todavía dibujó tres tandas cortas, en las que se salvaron los dos primeros derechazos de cada una. Y como para aburrir ya están otros, se fue a por el estoque de verdad. Luego, es cierto, lo manejó sin acierto alguno, aunque el toro estaba aculado en tablas y la suerte no resultaba nada fácil. Y frente al cuarto, parecido. Le pegó unos muletazos de tanteo, vio que no servía y se fue a por la tizona. El público se enfadó pero Morante es así; como Curro Romero, es un torero de malas tardes y de grandes triunfos, pero nunca deja indiferente a nadie.

El Juli se lució a la verónica y en un quite por chicuelinas ante el segundo. Con la muleta, dibujó la mejor serie de derechazos de lo que llevamos de feria pero, tras ella, el toro se acabó y optó por rajarse. La ilusiones del madrileño quedaron truncadas con el deslucido quinto. Se inventó una faena, de tesón, que no tenía el toro, y la malogró con la espada.

Talavante tuvo el único toro salvable de la tarde, el tercero, con calidad por el izquierdo. Lo aprovechó con dos series de buenos naturales, sin apreturas. Tuvo un trofeo en su mano pero falló al matar. Al sexto le robó todos los muletazos que tuvo. Y colorín…

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