Derechazo de Del Álamo al tercero de la tarde, al que le cortó una oreja.
El salmantino Del Álamo logró salir a hombros tras una conseguir una oreja de cada uno de su lote, dos manejables toros de un buen encierro de Victorino Martín. Galería fotográfica.
Ganado: Seis toros de Victorino Martín, bien presentados para una plaza como la de Corella, castigados en varas y algunos, por ello, nada sobrados de fuerza, nobles en conjunto, salvo el deslucido quinto. Segundo, tercero y cuarto fueron aplaudidos en el arrastre.
Toreros: Morenito de Aranda (silencio tras dos avisos y oreja), Thomas Dufau (oreja tras aviso y silencio tras dos avisos) y Juan del Álamo (oreja y oreja tras aviso).
Fecha y lugar: Plaza de toros de Corella (Navarra). 29 de septiembre.
Incidencias: Tres cuartos de plaza. Tarde soleada y agradable. Estupendo ambiente en los tendidos. Numerosa presencia de aficionados franceses, especialmente de Arles. Los tres diestros hicieron el paseíllo desmonterados. Victorino Martín se presentó también en esta plaza. El francés Dufau toreó en sustitución de Emilio de Justo. Del Álamo salió a hombros.
Corella puso el sábado pasado un broche de diamante a la temporada taurina navarra y lo hizo con una estupenda entrada, con un magnífico ambiente y con la lidia de una interesante corrida de toros, en la que predominó la nobleza, en diferentes escalas. El público se entretuvo, salió contento del centenario coso, lo que hace pensar en un esperanzador futuro de esta feria navarra, que merece recobrar la categoría que tuvo.
El mayor atractivo del festejo era la presentación en esta plaza del hierro de Victorino Martín. Encierro bien presentado para esta plaza, que recibió en varas y anduvo luego nada sobrado de fuerza, noble en general, en diversas escalas, desde el soso hasta el codicioso. Varios recibieron dos varas, no por lucir al toro frente al caballo, no, sino para quitarse problemas los matadores y para que llegasen los toros al último tercio con las fuerzas más que medidas. En cualquier caso, el prestigioso alcanzó la nota de bien con el encierro lidiado en Corella.
De la terna, el máximo triunfador fue Del Álamo. Al tercero, Galocho, 12, cárdeno bragado, lo recibió con unas ceñidas verónicas. En el último tercio, mostró buen estilo ante lo que parecía un toro encastado. Pero, muy justo de fuerza, el astado fue a menos y la faena, también. Mató de una casi entera y cobró una oreja. El sexto, Mecenas, 129, fue el de mejores y mayores hechuras de los lidiados. Respecto a su comportamiento, combinó nobleza y genio. El salmantino realizó un gran esfuerzo ante él para lograr salir a hombros. Fue una faena valerosa, bastada en la diestra, ante un ejemplar nada fácil. Tuvo que esperar hasta unos molinetes encadenados para conectar con los tendidos. Terminó con una media, muy tendida y trasera, y un descabello, que prologó la concesión de esa oreja que le permitía salir por la puerta grande.
Abrió el festejo un Morenito de Aranda que se pasó de faena ante el que abrió plaza, Gargolito, 52, negro entrepelado, un toro noble que embistió al pasito. Antes, había mostrado templado estilo a la verónica. Con la muleta, realizó una faena cimentada en la diestra, con demasiadas series. Y, como dio un mitin con el estoque, se llegaron a escuchar dos avisos. Ante el cuarto, Murallón, 15, cárdeno entrepelado, el más toreable del conjunto, por su sosa nobleza, dibujó los mejores muletazos de la tarde, pocos pero muy templados y con gusto. Trasteo torero concluido con una media desprendida y un descabello, que no importó al palco para conceder una generosa oreja.
Por último, Dufau tuvo cerca la puerta grande. Su primero, Paquecreas, 98, cárdeno bragado, mostró nobleza por ambos pitones, con más claridad por el derecho, aunque resultó algo tardo. El francés compuso una faena cargada de ganas y voluntad, en la que remató muy bien las series con los de pecho. Sin embargo, en ocasiones, se le vio acelerado, falto del deseado reposo. Mató de una casi entera y dos descabellos, que dieron paso a un recado presidencial y a una oreja. La suerte no le acompañó con el quinto, Mítico, 119, negro entrepelado, que fue el garbanzo negro del encierro, muy deslucido, sin clase alguna. Dufau le robó muletazos sueltos y se la jugó abiertamente en busca de un trofeo que no consiguió porque perdió un poco los papeles con el estoque: una media vino precedida de nueve pinchazos y dos avisos, y así…
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX