Al mediodía, el capellán de la entidad, César Magaña, ofició una Eucaristía en la que se recordó a los socios fallecidos.
Un año más, el Club Taurino de Pamplona celebró el primer domingo después de la Epifanía su fiesta anual, del mismo modo que lo lleva haciendo durante 64 años, con la celebración de una misa y el disfrute de una comida de hermandad.
La jornada festiva comenzó al mediodía en la iglesia de los Carmelitas Descalzos, donde el capellán de la entidad taurina, César Magaña, ofició una Eucaristía en la que se recordó a los socios fallecidos.
Seguidamente, y tras el aperitivo de rigor, cerca de un centenar de aficionados disfrutó de una comida de hermandad, cuya sobremesa estuvo amenizada por el artista navarro Chuchín Ibáñez, quien, con su música, incrementó el gran ambiente. Atmósfera festiva y taurina en la que no faltó el grito que el socio Cecilio Vierge heredó de su padre: ‘¡Viva el Club Taurino de Pamplona!’.