BUENOS UTREROS NAVARROS DE BAIGORRI PERO MUY MALTRATADOS

Derechazo de Girón al tercero del festejo, pura nobleza, pura humillación. Fotografía: Galdona.

Derechazo de Girón al tercero del festejo, pura nobleza, pura humillación. Fotografía: Galdona.

Salvo el rajado cuarto, todos fueron aplaudidos u ovacionaos en el arrastre.

Ganado: Seis utreros de Ganadería de Pincha, muy bien presentados aunque desiguales por sus hechuras. Lote muy serio y de buen juego en general. Destacó la nobleza y la calidad del primero, la calidad del pitón izquierdo del segundo, la pelea en varas del tercero y el ritmo del sexto, un gran toro. Corrida de muy buena nota, con poder y fondo. Salvo el cuarto todos fueron aplaudidos en el arrastre.

Novilleros: Fernando Flores (oreja y saludos tras dos avisos), Aquilino Girón (oreja y vuelta tras dos avisos) y Maxime Solera (silencio tras dos avisos y silencio tras aviso).

Presidencia: a cargo de Juan Carlos Castillo, asesorado por Santiago Campo y la veterinaria Ana Lucía San José, cumplió con buen criterio su cometido.

Incidencias: Más de tres cuartos de plaza. Tarde nublada con algo de lluvia en el sexto. Por error,  en quinto lugar salió al ruedo el sexto,  por lo que se alteró el orden de lidia.

El utrero fue el rey de la primera novillada del abono de Peralta. Excelente encierro de José Antonio Baigorri que ha puesto el nivel ganadero de la feria por todo lo alto merced a seis ejemplares de gran presentación y mucho que torear, tanto que en más de una ocasión desnudaron a alguno de los novilleros porque su exigencia fue máxima, tanto por su presencia (hubo astados de plaza de primera categoría) como por lo que desarrollaron en el ruedo.

El primer ejemplar, de nombre ‘Oloroso’, tuvo una calidad excepcional que demostró desde los lances de recibo a la verónica. Fernando Flores, que le cortó una oreja, lo cuidó con mimo en el caballo y trazó una faena modernista en la periferia de las embestidas de un animal que se comía los vuelos de la muleta arrastrando el hocico por los suelos, con mucho ritmo y con gran clase. El pitón derecho fue de verdadero lujo y por ahí labró Flores lo más destacado de una faena que conectó por el público por la forma de repetir del toro y especialmente en el final por luquesinas, un corolario de faena que suele practicar con mucha frecuencia El Juli en las plazas de mayor entidad.

Flores sacó a relucir su oficio, aunque la realidad es que no estuvo a la altura de la clase que derrochó el tan notable ejemplar.

Otro novillo de verdadera clase fue el segundo, curiosamente el de hechuras más deslavazadas: estrecho, zancudo, despegado del suelo y con los pitones extraordinariamente abiertos, como si en su huella genética desfilara la memoria de los viejos toros del Conde de la Corte. En los primeros tercios daba la sensación de perder el objetivo por el pitón derecho y la lidia se alargó en exceso; sin embargo el torero Aquilino Girón lo vio clarísimo y dio una verdadera lección de valor. Estatuarios muy firmes de recibo y después una mezcla de colocación, aroma virginal de un torero que carece de oficio y un temple natural que hizo que los aficionados se metieran inmediatamente en su faena. Lo mejor de su labor llegó con la mano izquierda, toreando siempre con los vuelos y con cierto aire a Paco Ojeda en la forma de quedarse en el sitio para ligar los muletazos. Se tiró detrás de la espada muy de verdad y logró la segunda oreja del festejo.

Otra más pudo conseguir en el sexto (que debería haberse corrido como quinto), un astado de bellísima lámina y con muchos matices. La lidia fue un verdadero desastre, sin colocar ni una vez al toro en el caballo en sus cuatro encuentros con el piquero, el animal tenía todos los números para ir de mal en peor. Pero sacó un fondo de nobleza excelente por el pitón izquierdo y Aquilino lo aprovechó quedándose muy quieto para ligar de nuevo con el fleco de la muleta. El toro se lo echó a los lomos dos veces, una antes de la estocada y otra después. La segunda voltereta fue tremenda, parece milagroso que saliera sin un rasguño. Y a pesar de que llevaba la espada dentro, el novillo de Baigorri se resistió a doblar y el diestro estuvo a punto de escuchar los tres avisos. Le pidieron la oreja (que hubieran sido dos en Pamplona) pero el palco se resistió y todo quedó en una calurosa vuelta al ruedo de despedida.

Maxime Solera, triunfador del año pasado, estuvo muy debajo de las expectativas y de los dos novillos que le cupieron en suerte. Los dos se fueron sin torear y los dos le dieron opciones para hacerlo. Se le vio sumamente desconfiado, muy agarrotado con la muleta, además de abusar de colocarse muy de perfil y con la pierna contraria retrasada. Su primer astado fue tres veces al caballo con enorme bravura, pero no acabó de entenderse con él. Y en el quinto, que debería haber sido el sexto, pasó como una sombra

Información de Pablo García Mancha para Diario de Navarra.

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