BUENAS MANERAS DE LOS CUATRO BECERRISTAS EN EL BOLSÍN DE TAFALLA

Los cuatro becerristas antes del paseíllo.

Se lidiaron cuatro eralas de Herederos de Ángel Macua, con las complicaciones propias del ganado de la tierra.

Con motivo de las ferias tafallesas, la plaza de toros acogió la celebración del primer bolsín taurino de esta ciudad, un espectáculo al que acudieron unos tres centenares de aficionados. En los corrales esperaban cuatro eralas de Herederos de Ángel Macua, que respondieron a las complicaciones del ganado de la tierra, aunque algunas se dejaron hacer en la muleta.

Abrió la mañana Adrián Henche, un rodado alumno de la escuela taurina de Guadalajara, que demostró estar preparado para torear con caballos. Le correspondió una vaca con fijeza, a la que le faltó humillar más. El becerrista estuvo firme ante ella y, sin apreturas, dibujó buenos muletazos, sobre todo por el izquierdo, en series cortas.

Con este cambiado por detrás inició su faena el zaragozano Juan José Luengo.

En segundo lugar actuó Juan José Luengo, quien se las vio con una erala muy complicada. Pese a ello, se lució de capa y estuvo decidido con la muleta. El zaragozano comenzó su faena en el centro del ruedo con un cambiado por detrás y después, sin el temple deseado, logró sacarle a la vaca más muletazos que los que tenía.

A continuación le tocó el turno a Alejandro Andreu, al que le correspondió una erala que salía suelta en busca de las tablas. El de la escuela taurina de Zaragoza se peleó muy bien con ella y, al final, junto a la barrera, logró dominarla y le sacó un par de buenas series, en un palmo de terreno y llevándola empapadísima en el engaño.

Cerró la mañana Víctor Hernández, que se las vio con una vaca de similar condición que la anterior. El joven de la escuela de Guadalajara, aunque sin continuidad, ejecutó los mejores muletazos del festejo, todos ellos al natural, con gusto y quietud, siempre sereno, sabiendo lo que hacía, y dejó así clara muestra de su buena proyección torera.