BALANCE DE LA FERIA DE SAN FERMÍN. LOS TOREROS. FRÍA FERIA ‘LIGHT’

El palco concede las dos orejas del quinto toro de Victoriano del Río.

El palco concede las dos orejas del quinto toro de Victoriano del Río.

Al igual que la de 2013, la Feria del… nuestra feria, la de 2014, no se recordará dentro unos años por nada en el terreno artístico. Quizá sí, por la falta de grado, incluso por el frío, que hizo que en el colorido de la plaza predominase el rojo sobre el blanco, el rojo de jerséis y chaquetas, y que el ambiente fuese más tranquilo.

Climatología aparte, desde el 7 hasta el 14 de julio, no se registró ninguna faena de altos vuelos. Sí las hubo buenas pero ninguna alcanzó el título de faenón. En realidad, las cuatro puertas grandes –de Fandiño, El Juli, Perera y Padilla- llegaron por la generosidad de un público festivo o por la del palco presidencial.

Lo que ha quedado de manifiesto es que la plaza de Pamplona es de primera a efectos legales, de emolumentos de toreros, de presentación de la materia prima y demás, peo si atendemos al concepto, al criterio meramente taurino, es de tercera o cuarta categoría. Fastidia afirmarlo pero este año se ha demostrado que es así, sobre todo por la falta de seriedad a la hora de pedir trofeos. Que un torero pega dos series de trapazos y entierra el estoque, ya sea en forma de bajonazo o incluso haciendo guardia, pues a pedir la oreja. Y es que el gran público pamplonés, nada docto en conocimientos taurinos, equipara el número de trofeos cortados con la calidad del festejo presenciado. Y no tiene por qué ser así. Se puede presenciar una gran tarde de toros sin que se haya concedido ninguna oreja. Y al revés. Una tarde saldada con diez orejas y tres rabos puede acabar pareciéndose más a una mojiganga, a un espectáculo cómico-taurino, con todos los respetos para éstos. Y no lo digo como consuelo, pero lo mismo sucede en otras ferias consideradas de menor rango.

Por ello, nuestra feria no pasa de ser una más. La salva ese fenómeno mediático en que se han convertido los encierros matinales, que provocan que, durante ocho días, Pamplona se erija en el centro de interés taurino mundial.

En nuestro caso, el panorama se agrava cuando, con supuesto criterio taurino, se premia a toros que ni han probado el hierro de la vara del picador. Es en este punto donde Pamplona se ha equiparado a ciertas plazas, sobre todo del sur, andaluzas, donde no se concede importancia a la suerte de varas y sólo se prima el último tercio. Para algunos, la bravura del toro ya no se mide en el peto sino en la muleta. Craso error, sobre todo de cara al futuro de la Fiesta.

Cuatro puertas grandes

Dicho esto, en ocho tardes, en las ocho corridas de toros, se han cortado catorce orejas (1,75 de media por tarde), dos más que el año pasado y tres menos que en 2012. Salvo en dos corridas, en todas las demás se concedió algún trofeo, varios de ellos de regalo y otros de escaso valor.

Si a esas catorce orejas cortadas, les sumamos las cinco del festejo de rejones y las cuatro de la novillada, tenemos en el esportón veintitrés orejas en diez tardes, lo que eleva la media a 2,3 por festejo y refleja cierto triunfalismo y las ganas de premiar de un público festivo.

Retomando la Feria del Toro, sólo una faena, la de Iván Fandiño el día 9 al quinto toro, fue premiada con las dos orejas del toro. Sin embargo, hubo tres salidas a hombros más: las de El Juli al día siguiente (oreja de muy poco peso y oreja), Perera el día 11 (oreja con petición de la segunda y oreja, ambas justas) y Padilla el día 12 (oreja en ambos, a base de tremendismo). En definitiva, demasiada puerta grande para lo que se vio desde los tendidos.

Y también pasearon un trofeo Miguel Abellán, Alejandro Talavante, Iván Fandiño en su segunda tarde, Pepe Moral y Luis Bolívar. Dicho de otro modo, de los veintidós diestros que hicieron el paseíllo en el coso pamplonés, catorce se fueron de vacío, que ya es decir.

Pese a ello, de este último grupo, la mayoría dejó buena imagen y estuvo por encima de la materia prima. Es el caso de Daniel Luque, Francisco Marco, el debutante Paulita en menor medida, Juan del Álamo, Castella si se quiere aunque algo pesadito, y Jiménez Fortes. Otros, como Ferrera, Urdiales, Escribano, Aguilar y Castaño, apenas tuvieron opciones. Y en el lado negativo hay que situar a Esaú Fernández, a quien le vino grande la miurada, y, sobre todo, a Uceda Leal y Finito de Córdoba, que fueron abroncados por no querer ni ver a uno de sus respectivos toros.

Por último, respecto a los dos primeros festejos que completan el abono sanferminero, la novillada picada fue completamente triunfal y la mejor tarde del citado abono. Borja Jiménez protagonizó una tarde redonda; Espada dejó asimismo buena imagen; y Posada de Maravillas dejó clara muestra de gustoso toreo antes de cortase una mano con el estoque.

Y en la corrida de rejones, Armendáriz mostró sus credenciales con un triunfo redondo, Hermoso realizó una magnífica faena, de dos orejas, y quizá sólo Galán no brilló tanto como en años anteriores. Al día siguiente, comenzó la denominada Feria del Toro y el panorama triunfal se diluyó, como ha ocurrido siempre en los últimos años.

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