ARMENDÁRIZ Y SERGIO SÁNCHEZ, A HOMBROS EN EL FESTIVAL DE SANGÜESA

Sergio Sánchez y Armendáriz salieron a hombros. Fotografía: Javier Sesma.

Sergio Sánchez y Armendáriz salieron a hombros. Fotografía: Javier Sesma.

Los novilleros el mexicano Antonio Lomelín y el navarro Javier Marín cortaron sendas orejas.

Ganado: Cuatro erales de Hermanos Robles y uno, el cuarto, de Los Blanquitos (del mismo ganadero e igual procedencia), correctamente presentados, parado el primero, para rejones, nobles segundo y cuarto, rajado y complicado el tercero y manso bruscote, con genio, el quinto.

Roberto Armendáriz: dos orejas. Salió a hombros.

Sergio Sánchez: dos orejas. Salió a hombros.

Francisco Expósito: silencio tras aviso.

Antonio Lomelín: una oreja.

Javier Marín: una oreja.

Presidencia: A cargo de Ángel Navallas, asesorado porPedro Oteiza y Santiago Guayar, estuvo a tono con el festejo, festivalera, muy generosa.

Incidencias: Dos tercios de plaza. Tarde soleada y fresca, que las fuertes rachas de viento convirtieron en gélida. Presenció el festejo, desde una localidad de tendido, la presidenta de Navarra, Yolanda Barcina.

Al final, el fuerte viento se impuso y la sensación térmica fue de frío, en un festejo en el que los primeros toreros sintieron el calor del público. Y es que el festival comenzó de manera arrolladora en cuanto a triunfos: dos novillos y dos puertas grandes, con el beneplácito del palco, que no se cortó un pelo a la hora de sacar pañuelos. Después, la tarde se torció, tanto por el ganado como por el viento.

Respecto a la materia prima, hubo cambio en el cartel. No se lidiaron erales de Julio Aparicio sino unos con el hierro de Hermanos Robles, de procedencia juampedro, al parecer. Encastes aparte, lo cierto es que sólo dos se libraron de la quema, el segundo, tan noble como blando, y el cuarto, un zapato que repitió con clase.

Abrió plaza Roberto Armendáriz, quien, sobre Señorita, llevó bien encelado de salida al novillo; pero éste, tras el de castigo, se paró y se dedicó a contemplar… los tendidos, los caballos que pasaban, el palco… cualquier cosa, salvo embestir. Por ello, todo lo tuvo que hacer el jinete, que en banderillas intentó calentar con el toreo de costado de Grano de Oro y con Delirio y sus piruetas, sin transmisión apenas por la condición del astado. En el tercio final, conectó con Cristal, con cortas que dieron pasoa un pinchazo y al rejonazo definitivo. El palco puso el resto.

Seguidamente, le tocó el turno a Sergio Sánchez, que estuvo muy a gusto ante un noble y blando novillo. Mecidas verónicas de recibo y buenos pares de rehiletes –sobre todo, uno al quiebro hacia los adentros-, dieron paso a una serena faena por ambos pitones, en la que dio distancias y tiempos, terminada con invertidos, manoletinas y una certera estocada. De nuevo, trofeo doble.

Expósito tuvo la suerte de espaldas pues le tocó el garbanzo negro, un novillo rajado, sin clase, complicado. Sólo pudo pelearse con él y robarle algún muletazo suelto de buen trazo. Mató de una media, que terminó sirviendo.

El mexicano Lomelín no vistió de corto sino de charro y realizó una gran faena, merecedora de puerta grande, por su quietud, dominio, limpieza. La hizo toda en dos palmos de terreno, y casi siempre con los pies juntos, con elegancia; varios de sus derechazos barrieron la arena sangüesina, pero no anduvo certero con la espada y todo quedó en una oreja.

Marín toreó en series cortas a un novillo brusco, áspero, que no le permitió disfrutar. Para entonces, el frío ya se había adueñado de la plaza y el público buscaba calor.

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