A OREJA POR COLETA EN PERALTA CON UNA BUENA NOVILLADA GADITANA

Derechazo de Javier Marín al quinto de la tarde.

Derechazo de Javier Marín al quinto de la tarde.

Joaquín Galdós, sustituo de José Garrido, causó buena impresón y estuvo cerca de la puerta grande.

Ganado: Seis utreros de Rocío de la Cámara -los impares con el hierro de Cortijo de la Sierra, de la misma casa ganadera-, bien presentados (varios con hechuras de toro), nobles y de buen juego en conjunto, salvo el reservón tercero y el áspero y parado quinto. Primero y segundo fueron aplaudidos en el arrastre y el sexto, el mejor del encierro, ovacionado.

Novilleros: Francisco José Espada (saludos desde el tercio tras aviso y oreja), Javier Marín (oreja y silencio) y Joaquín Galdós (oreja y vuelta al ruedo).

Persidencia: A cargo de Rocío Ventura, asesorada por Ana Lucía San José y Jesús Asín, cumplió bien su cometido, salvo en ese inoportuno aviso en el primero cuando el utrero, ya echado, iba a ser apuntillado.

Incidencias: Más de media plaza. Tarde soleada y agradable. Los tres novilleros hicieron el paseíllo desmonterados. Pablo Simón, Carlos Donaire y Venturita saludaron montera en mano tras banderillear al segundo, tercero y sexto, respectivamente.

Entró en el cartel por la puerta de atrás, por la de la sustitución, y, sin embargo, le faltó muy poco para abrir la puerta grande, para erigirse en triunfador de la tarde. O mejor dicho: le sobraron esos dos pinchazos previos a la estocada definitiva ante el sexto.

Galdós toreó ayer en Peralta como sustituto de Garrido y consiguió que nadie echase de menos a este segundo. Causó muy buena impresión, y más si se tiene en cuenta que todavía no ha pasado un mes desde su debut con caballos.

Pase de pecho de Joaquín Galdós al tercero de la tarde.

Pase de pecho de Joaquín Galdós al tercero de la tarde.

El joven peruano gustó más de capa que de muleta. A su primero lo cuajó de salida, tanto con unas mecidas verónicas, con mucho gusto, como por vistosas tafalleras. Y ante el sexto volvió a lucirse, esta vez con un quite por ceñidas y rítmicas chicuelinas.

Con la muleta, por el contrario, no puntuó tanto. Su primero fue un utrero reservón, que tragó sin ninguna alegría. Lo toreó sobre la diestra, en series de escaso sabor. Faena de tesón, culminada con la estocada de la tarde y premiada con una oreja.

El segundo de su lote, el sexto, fue el mejor de la tarde, por su clase, repetición y generoso recorrido. Embistió haciendo el avión. Y mereció mayores distancias, no torearlo tan encima. Pese a ello, logró de nuevo conectar con el público; pero falló en la suerte suprema y dio una merecida vuelta al ruedo.

El navarro Marín, por su parte, realizó una faena por ambos pitones ante su primero, con mejores argumentos al natural. Sólo le faltó mayor decisión, soltarse más. En cualquier caso, dibujó buena tandas con la zurda, en series de cuatro muletazos rematados con doble de pecho. Terminó con una estocada tendida y cobró una justa oreja.

El quinto, por el contrario, no tuvo la calidad del anterior y resultó parado, algo brusco, desagradable. Al de Cintruénigo no le gustó y no estuvo nunca a gusto ante él. Realizó una faena larga, con muletazos de uno en uno, y con poco contenido. Mejoró algo al final, cuando toreó en cortísimas distancias pero se le fue la mano con el estoque y el público acabó guardando respetuoso silencio.

Espada, por último, dijo muy poco ante dos utreros nobles que se agotaron antes de lo que quería el madrileño. Toreó cómodo, sin apreturas, y, desde luego, no justificó el alto puesto que ocupa en el escalafón.

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