JAVIER MARÍN: “EL CAMINO ES DIFÍCIL PERO QUIERO SER FIGURA DEL TOREO”

Javier Marín pasea en triunfo una oreja en Pamplona el pasado 5 de julio. Fotografía: Javier Arroyo.

Javier Marín pasea en triunfo una oreja en Pamplona el pasado 5 de julio. Fotografía: Javier Arroyo.

El joven cirbonero toma esta tarde la alternativa como matador de toros en Tudela. Un momento que califica de “un punto de partida” en su carrera.

“En el toreo aprendes lecciones de vida insuperables”, explica Javier Marín, que hoy toma la alternativa como matador de toros en Tudela, muy cerca de su Cintruénigo natal y con una idea en la cabeza: “Quiero ser figura, sé que el camino es muy complicado, pero es el sueño que albergo en mi mente desde niño”.

¿Qué le ronda por la cabeza ante un día tan hermoso como es el de la alternativa?

Muchas cosas, muchas sensaciones que tienen que ver con todos estos años de preparación y con el aliento constante que he tenido en casa con mi familia y el apoyo de mi maestro Sergio Sánchez. Lo que comenzó siendo casi un juego ahora se ha convertido en mi modo de vida y aspiro a lo máximo. Lo digo desde la más absoluta humildad pero sueño con ser figura del toreo.

¿Cuándo tomó conciencia de que tenía condiciones para ser matador?

Interiormente siempre lo había pensado, pero de cara a los demás yo creo que se fraguó el año pasado cuando me presenté en Las Ventas y corté una oreja. Aquello me puso en la órbita de un mundo realmente complejo y duro y sirvió como una gran llamada de atención.

Con su edad ha vivido sensaciones y momentos de una gran responsabilidad. ¿Le diferencia de los muchachos de su entorno?

Soy igual que cada uno de ellos; cada cual con sus circunstancias. Pero éste es un mundo repleto de valores y de respeto que te obliga a desenvolverte con mucha educación y tacto. Es una escuela de vida formidable y aprendes lecciones insuperables. Todo el mundo va a lo suyo, pero en el ruedo, con toda la rivalidad que existe, si un compañero está en peligro no piensas ni un segundo en despojarte de tu propia vida si es necesario para ayudarle. Cuando vives esas motivaciones en tus carnes te deja una huella para toda la vida.

¿Y su relación con el toro?

Los toreros lo amamos, buscamos fusionarnos con él, comunicarnos con su bravura. Es de un íntimo respeto hacia el toro bravo, un animal al que respetamos y admiramos.

¿Y lo del maltrato animal?

El que dice eso de una corrida de toros es que no la ha visto nunca o no lo quiere ver. Aquí todo es de verdad y se hace por derecho. Lo que sucede es que tapar la muerte o esconderla en un frigorífico no plantea ningún debate.

¿Siente miedo al torear?

Siento una sensación de responsabilidad increíble; no quiero defraudar a nadie. Obviamente tengo mis momentos pero lucho por sobreponerme.

¿Qué representa la alternativa?

Me ilusiona. Estoy feliz porque mi madre, que nunca viene a la plaza, verá la ceremonia, pero la siento como un punto de partida en mi carrera. Cierro una etapa maravillosa de mi vida, pero se me abre una puerta extraordinariamente compleja a partir de este momento. Soy consciente de ello y es lo que persigo.

¿Es tan distinto el toro al novillo?

Quizás no sólo sea eso, su volumen, un año más de edad. Creo que la diferencia estriba en los compañeros que tendré en el patio de caballos. Esos ya no fallan y te ponen las cosas muy complicadas.

¿Qué hay después de Tudela?

Estella, con Diego Urdiales (al que admiro profundamente) y Curro Díaz; y luego espero estar en Sangüesa. Estas tres tardes son esenciales porque creo que si estoy a la altura puedo tener opciones para entrar en San Fermín del año que viene.

¿Qué representa para usted torear en Pamplona?

He tenido la suerte de hacer el paseíllo en dos de las novilladas de la feria y es una sensación indescriptible. Hacer el paseíllo como matador es un sueño lógico que espero que algún día se cumpla.

Y triunfar allí sería fundamental para su carrera…

Desde luego, Pamplona es una feria que tiene una trascendencia universal en el mundo del toro. Sería como una llave para abrir la puerta de mi carrera y poder aspirar a entrar en ferias como Madrid o Sevilla.

¿Y torear en Cintruénigo?

Eso sería tremendo. Hacerlo en casa, con tu gente, en tu plaza… No sé cómo están las cosas, pero sería una pena que este año, después de 49 temporadas consecutivas, nos quedáramos sin toros. Yo estoy ahí por si me necesitan.

¿Ha evolucionado su toreo en estos años de novillero?

Creo que sí. Esto es como una búsqueda constante. Antes todo era más superficial. Desde unos años hacia esta parte busco mucho más el toreo con los vuelos de la muleta, con las mínimas ventajas. La profundidad es algo que cuando lo saboreas no puedes dejarlo.

¿Y la búsqueda del triunfo?

Hay que intentar las dos cosas a la vez, aunque es muy complejo. Lo que más me emociona es torear para mis adentros. Algunas veces la gente de mi cuadrilla me dice que toreo demasiado para mí. Es posible, pero es el camino que más me gusta y sé, además, que es el más difícil de todos.

¿Qué ha cambiado para elegir esa nueva vereda?

Es un proceso con el que llevo tiempo. Estoy en Guadalajara, rodeado de toreros como Román, Paco Ureña o Víctor Hugo Saugar. Allí vivimos por y para el toro. Totalmente concentrados, entregados en cuerpo y alma a la profesión. Es lo que llamo ‘vivir en torero’. Eso te marca mucho y te hace crecer profesionalmente en todos los sentidos.

¿Y acucia la responsabilidad?

Ves a tus compañeros, su forma de entregarse y desenvolverse en los ruedos y eso te hace aspirar a más. Ser como ellos, tan puros, tan de verdad.

¿Cómo lleva la carrera de Filología Hispánica?

Ahí estoy. Me quedan dos asignaturas y espero acabarlas este año.

¿Es complicado compaginar los estudios y una profesión como torero?

Si lo quieres hacer no. Todo depende de uno mismo, como en el toro. Si estudias apruebas, si te entregas tienes muchas posibilidades de triunfar.

Entrevista de Pablo García Mancha publicada en Diario de Navarra.

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