FCO. MARCO: “LAS 15 CORNADAS EN MIS PIERNAS SON LA HISTORIA DE MI VIDA”

Francisco Marco afronta con optimismo el futuro. Fotografía: Pachi Calleja.

Francisco Marco afronta con optimismo el futuro. Fotografía: Pachi Calleja.

El matador de toros rememora su trayectoria profesional y explica su decisión de retirarse del toreo.

-¿Cuándo tomó tan importante decisión?

-Durante mi trayectoria ha habido altibajos, momentos bonitos y más complicados, pero este invierno ha sido el detonante de todo. Me he esforzado al máximo, he dado el do de pecho durante el invierno para que cambiase mi situación y, después de mi tarde en Pamplona, en la que no salieron las cosas como quería, la ilusión fue decreciendo y en las siguientes tardes, las de Estella y Tafalla, yo ya sabía que eran las últimas.

-¿Por qué?

-El tiempo lo transforma todo, es base y baza fundamental en cada persona. Ha pasado mucho tiempo, llevo desde los ocho años toreando, me esforzado desde entonces en conseguir mi sueño… día tras día, pero el tiempo ha hecho que llegue este momento y hay que afrontarlo tal y como es.

-¿Qué factores, qué hechos han sido determinantes?

-El que más, el no tener suerte en las plazas importantes. En mi última actuación en Pamplona no salieron las cosas, no ayudaron los toros… Uno tiene que ser frío y saber que tengo unas cualidades extraordinarias pero que otras me faltan. Para funcionar, hace falta tener todas. Y yo no las tengo, algunas me han faltado. Esto tengo que admitirlo.

-¿Cuáles?

-Mi cualidad principal ha sido la afición. Quien me conoce algo, sabe que tengo una afición desmedida. No sé si fue Joselito o Belmonte el que dijo que ‘con afición, afición y afición se consigue todo’. Es un tópico con el que no estoy de acuerdo. Para funcionar hacen falta muchas más cualidades y seguramente algunas me han faltado.

-Indique ésas que no ha tenido.

-Para funcionar hay que tener suerte, ángel, estrella, percibir que el toro te diga las cosas antes de que sucedan… Por más que he querido, que me he esforzado, no ha sido suficiente.

-La aciaga noche del año pasado en la plaza México, ¿pudo ser el detonante?

– No, una tarde nunca puede ser determinante, ni cuando salen bien las cosas ni cuando se tuercen. Una tarde no determina nada. Llevo treinta años toreando, desde los ocho. En ellos, he tenido de todo. Y los momentos más complicados me han espoleado, más me han motivado. Esa tarde de México fue muy dura. Los últimos viajes a América, solo, con las maletas, el esportón, los trajes, el fundón, de aquí para allá, solo, me hicieron pensar mucho pero esa tarde de México, esos tres avisos, no han tenido nada que ver en mi decisión.

-¿Le ha podido influir el nacimiento de su hija Carla hace dos años?

-No, no… Al revés. El nacimiento de mi hija fue una alegría y una motivación más. Me aportó felicidad. Todas las figuras del toreo tienen una familia consolidada, y uno está más inspirado cuando se siente feliz, cuando está contento.

-¿Y el siempre polémico mundo de los despachos?

-Tampoco. Me voy contento, porque siempre he hecho lo que me ha gustado. Torear es muy bonito. He vivido del toro y he tenido lo que me he merecido. Y viéndolo fríamente, incluso a veces me han dado más de que he merecido. Por ello, quiero agradecer también a los despachos, a los ganaderos, a los empresarios, a los amigos, a todo el que ha puesto su granito de arena y ha colaborado en mi carrera, quiero agradecérselo, de verdad, de corazón.

-Más de 25 años en el toreo, cerca de doscientos festejos a sus espaldas… Echando la vista atrás, ¿ha merecido la pena tanto esfuerzo?

-Sí, sin duda. La del toreo es una profesión muy sacrificada, muy dura. Mi compromiso era darlo todo cada día. Ha valido la pena sólo por los momentos que he vivido y la gente que he conocido. Esta profesión me ha hecho un hombre. El toro me ha enseñado los valores fundamentales de la vida, a respetar para que me respeten, y en todo este tiempo, aunque haya sido duro, he sido feliz.

-¿Qué pensamiento le invade cuando ve esas quince cornadas en su cuerpo?

-Es el tributo que hay pagar. En mi caso, demasiado caro, porque toreando poco, mi porcentaje de cornadas es muy elevado; muchas veces, por inexperiencia, por querer arrollar, por buscar el triunfo desesperadamente, quince cornadas son muchas. Me veo las piernas y veo la historia de mi vida, la dureza de una profesión en la que se paga caro cuando te equivocas o das más de lo que puedes.

-Ha toreado en diversas plazas americanas y en las principales de España, excepción hecha de la Maestranza de Sevilla. ¿Es esta plaza su espina clavada?

-Sí, sin duda. Me habría encantado sentir la sensibilidad de Sevilla, desarrollar mi toreo en una plaza tan importante. Soy un tipo sensible, al que le gusta torear bien, pero no ha podido ser y hay que aceptarlo tal y como es.

-¿Cuál es el mejor recuerdo, el mejor momento, que guarda?

-Ha habido muchísimos. Son los que hacen que merezca la pena ser torero y que siempre recordaré: la primera vez que me vestí de luces, mi debut en México, mi confirmación de alternativa en Madrid, mi presentación en Pamplona como matador de toros, frente a ese toro, Narciso, con el que disfruté muchísimo y toreé como a mi gusta, aquella tarde en Santander, en la que corté cuatro orejas, tardes sueltas en Estella, como la última hace unos días. Son muchos los recuerdos y todos ellos hacen que me sienta un privilegiado, porque hecho lo que más me gusta, que no es otra cosa que torear.

-¿Y el peor?

-Ha habido muchos también. Pero quizá el peor sea cuando pierdes la ilusión y tienes miedo al futuro, cuando no ves las cosas claras. Quizá los peores momentos llegan cuando uno está solo, ni siquiera en la plaza de toros, cuando vas a caminar por ahí y empiezas a darle vueltas a la cabeza. Las tardes difíciles, las cornadas… no son malos momentos, forman parte de la profesión, como en otra cualquiera.

Pamplona ha sido su plaza fuerte. Ha toreado veinte tardes en ella. ¿Ha podido marcar su profesión el no haber logrado un triunfo grande en tal escenario?

-Sin duda. Pamplona me ha pesado mucho. Es muy duro y complicado estar nueve, once meses sin torear y verte de golpe en ese pedazo de plaza, ante tu gente, ante ese tipo de toro y tener que resolver. En algún momento, estuve muy cerca de abrir la puerta grande, la rocé. Pero no he podido desarrollar mi toreo. Siempre he salido muy presionado y así es difícil torear bien. El toreo es soltura, alegría, y la presión es contraria a todo ello.

-¿Qué cambiaría del complicado mundo del toro?

-Nada. El toreo es como es, difícil, duro, para personas privilegiadas. Y, pese a ello, no cambiaría nada. Cada época del toreo es la que es.

-¿No hay que padecer demasiadas injusticias?

-No sabría decirle. En toda profesión hay un marketing, una estrategia comercial. En el toreo, también. Pero no se dan injusticias. Al final, cada uno tiene lo que se merece.

-¿Y qué le diría a un antitaurino?

-Que se culturice, que no falte al respeto, que el taurino es el que más respeta las decisiones y las opiniones de todo el mundo, que deberían hacer ellos lo mismo. Sobre todo que, si quieren ser respetados, que respeten a los demás.

-Una vez retirado, ¿a qué piensa dedicarse?

-No lo sé. Ésa es la verdad. Es algo que me hace pensar. He sido constante en la vida. Tengo dos buenos brazos, dos buenas piernas y… dos cojones para hacer lo que sea, no se me caen los anillos. Supongo que tendré suerte en la vida porque me la merezco.

-¿Se ha planteado engrosar las filas de los hombres de plata, de los subalternos, de los banderilleros?

-No. Nunca lo he pensado. Lo descarto.

-¿Se le ha pasado por la cabeza iniciar una faceta ganadera?

-No, no, tampoco.

-Si surge la ocasión, ¿toreará festivales o el adiós es total?

-Tampoco, de verdad. Torear es lo más bonito que hay, pero sería marear la perdiz. En este momento, mi cabeza no me lo pide.

-¿Ni en tentaderos?

-Mire, a mí siempre me ha gustado que me respeten. Y, por ello, debo respetar. En esos tentaderos, hay chavales que tienen la necesidad de torear, y mantienen el sueño de ser toreros. No seré yo quien les quite el sitio.

-Por último, si volviese a nacer, ¿volvería a ser torero?

-Sí, sí, sí, sin duda alguna. Lo que he vivido no es comparable con otra profesión. Las sensaciones que he tenido toreando no las cambio por nada. La de torear es la profesión más bonita del mundo. Volvería a ser torero con las mismas fuerzas. No sé si llegaría más lejos pero lo volvería a intentar.

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