TRIUNFAN EL PARRALEJO Y ESPADA, Y ARROLLA, CON TRES OREJAS, JIMÉNEZ

Borja Jiménez mató a los de su lote de sendos estoconazos.

Borja Jiménez mató a los de su lote de sendos estoconazos.

Posada de Maravillas vio cómo cambiaba su suerte en segundos; la puerta grande daba paso a la de la enfermería.

Ganado: Seis utreros de El Parralejo, desiguales de hechuras, algunos nada sobrados de fuerza, pero nobles, repetidores, con calidad en general, salvo el soso segundo y el sexto, sin clase. El primero y el tercero fueron aplaudidos en el arrastre y al cuarto se le dio la vuelta al ruedo; hubo leves pitos para el segundo.

Novilleros: Borja Jiménez: oreja, dos orejas y silencio. Salió a hombros. Francisco José Espada: saludos tras leve petición y oreja. Posada de Maravillas: silencio tras aviso (herido).

Presidencia: A cargo de Juan Ignacio Ganuza, por César Fernández y Josetxo Gimeno, condescendiente con el público; por lo demás, cumplió correctamente su cometido.

Inccidencias: Dos tercios de plaza. Tarde calurosa, con alguna molesta racha de viento. Jiménez y Espada hicieron el paseíllo desmonterados. Posada de Maravillas, al entrar a matar al tercero, sufrió un fuerte golpe en la ingle derecha y un profundo corte en la mano derecha, del que fue intervenido en la enfermería y que le impidió continuar la lidia.

¡Vaya comienzo del abono! Si la novillada fue buena, los novilleros pudieron con ella y resultaron mejores. Pero vayamos por partes. El público se divirtió y salió de la plaza contento por lo que había presenciado. Esto es, sin duda, lo más importante. Respecto a la materia prima, fue una buena novillada, muy buena incluso, en el último tercio. En la suerte de varas, donde se mide la bravura, fue otro cantar; a algunos utreros no se les hizo sangre ni para un análisis y el resto, simplemente, cumplió en el peto. En la muleta, tuvieron calidad el primero, el tercero, el cuarto e incluso el quinto, pero éste se acabó pronto, demasiado pronto. Y la pregunta del día, la que seguirán debatiendo hoy los aficionados: ¿fue justa o exagerada la concesión de la vuelta al ruedo al cuarto, al negro Camillero? En un sentido estricta, cerradamente taurino, no se le debió dar, pues el novillo se limitó a cumplir en el peto; no fue un ejemplo de bravura; además, por el pitón izquierdo no tuvo la clase que derrochó por el otro. Pero si a ese sentido taurino le añadimos un poco de bondad, de humanidad, de compensar el juego del conjunto, entonces sí, merecida vuelta al ruedo. El público la pidió con fuerza

y el palco fue condescendiente con los tendidos toda la tarde. Por tanto… Lo indiscutible es que El Parralejo lidió ayer su mejor novillada en Pamplona, de las cuatro que acumula, y que se ganó a pulso la repetición, pero, por favor, con una corrida de toros, no con otra novillada. Eso sí, debe mejorar la presentación; la de ayer fue demasiado desigual.

Y, posiblemente, el factor más decisivo para hablar de la estupenda tarde de toros fue el de la mano de obra. Los tres novilleros mostraron sus credenciales de futuro, estuvieron por encima de la materia y contribuyeron decisivamente al éxito del festejo, que sólo tuvo el lunar del percance de Posada de Maravillas.

El pacense estuvo sobrado frente al buen tercero, el único que pudo lidiar, un novillito al que le faltó más presencia pero que barrió la arena con su hocico. El novillero de dinastía realizó una faena variada, por ambos pitones, con naturales y remates de series repletos de gusto. Una faena ligada, templada, con magnífico ritmo que mereció una estocada hasta la bola; pero ésta no llegó; el joven de Badajoz, al entrar a a matar, en el embroque, recibió un varetazo en la ingle derecha. Lo volvió a intentar y se produjo con el estoque un profundo corte en la mano derecha. Su triunfo se empapó de sangre torera. No pudo salir a hombros, pero Posada triunfó ayer con mucha más fuerza que el año pasado.

Y quien realmente se llevó la tarde fue el andaluz, que estoqueó media novillada y tuvo que rematar a ese tercero. Jiménez toreó mucho y bien, tanto al que abrió plaza como al cuarto. Realizó dos faenas del mismo buen corte, cargadas de seguridad y, sobre todo, serenidad, tranquilidad. Supo siempre lo que tenía que hacer y lo hizo. Incluso frente a ese desclasado sexto, que alardeó de hechuras de torito. Y salvo en este novillo, en los dos anteriores fue un cañón con el estoque.

Y también gustaron mucho las maneras de Espada, que pechó con el lote menos bueno. Estuvo muy por encima del soso segundo y, tras matarlo, debió dar la vuelta al ruedo. Y se inventó una faena frente a ese quinto que se acabó y paró muy pronto.

Ojalá el abono mantenga este nivel y, sobre todo, que Posada se recupere pronto y siga maravillando.

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