Compartió tentadero con el novillero aragonés Aaron Palacio, que dejó muy buena imagen por la finura de su toreo. Reportaje fotográfico
La finca lodosana El Ontanal volvió a ser el sábado pasado un reducto de bravura, condición que se hizo más patente gracias a la magnífica actuación de los dos espadas que protagonizaron el tentadero, el matador de toros Sánchez Vara y el novillero Aaron Palacio. A este éxito, también colaboraron el picador Jorge Ramos ‘Ramitos’ y el banderillero Juan Manuel Rodríguez.
Sánchez Vara se tuvo que encargar de las dos primeras vacas de Ganadería de Pincha para dar así tiempo a la llegada de Palacio, que fue avisado con el tiempo justo. El diestro guadalajareño se topó en primer lugar con la negra Clarinera, una erala que se dejó pegar en el caballo y que fue buena en la muleta, que se dejó hacer y mostró un punto de clase. El diestro castellano dio de nuevo una lección de saber tentar; la enseñó continuamente al ganadero, toreó para que éste la pudiese ver, dándole sitio primero y en distancia más corta después, pero siempre haciéndolo todo por abajo.
Después, a Sánchez Vara le sonrió la suerte, ya que le correspondió la mejor vaca de la tienta. Olorosa, también negra, fue un ejemplar espectacular en el caballo. Aceptó un total de seis puyazos, los tres último de un lado a otro de la plaza. En la muleta, fue un animal encastado, con clase, que humilló mucho. El matador de toros la toreó inicialmente para el ganadero y después arrastrando la muleta en una faena larga por ambos pitones, que puso de manifiesto asimismo una gran durabilidad.
Palacio llegó a tiempo para probar la bravura de la tercera, la castaña Higueruela, hija del nuevo semental. Mostró bravura en el peto pero en la muleta le faltó humillar; eso sí, embistió con nobleza y resultó fácil para el novillero. Aaron estuvo por encima de ella, la toreó con mucho gusto y gran finura.
La cuarta, Vaga, negra, no respondió a su nombre. Fue en el caballo la vaca más espectacular de las tentadas este año. Tomó nada menos que siete puyazos. Levantaba el brazo Ramitos y acudía inmediatamente, con alegre tranco. Nunca se dolió y fue tal su entrega que en el quinto puyazos se rompió un pitón. En la muleta, se esperaba más de ella, humilló aunque fue algo tarda y nunca terminó de entregarse. El novillero aragonés volvió a estar muy a gusto con ella, en una faena larga, templada y variada, que convenció a todos.
La tienta se completó con las intervenciones del rejoneador calagurritano Sergio Domínguez, que probó varios caballos, y con las actuaciones de un buen número de tapias; concretamente, de un hijo de Sánchez Vara, de Carlos Heras, Ekaitz Moreno, Gabriela Mayor y Patricia Sacristán; todos ellos, por unos minutos, se sintieron toreros.