Natural de Iván Fandiño al tercero de la tarde. Fotografía: Miguel Pérez.
Iván Fandiño fue el único que se fue de vacío ante un encierro bien presentado de Sepúlveda de Yeltes.
Ganado. Seis toros de Sepúlveda de Yeltes, bien presentados, con kilos y astifinas defensas. Destacaron por su calidad 2º y 3º, aunque en general fueron toros muy manejables, noblotes, aunque flojos y con poquita clase. Cumplieron en un puyazo en varas.
Toreros.
Juan José Padilla: saludos desde el tercio y una oreja.
Alberto Álvarez: saludos desde el tercio y una oreja.
Iván Fandiño: saludos desde el tercio y silencio.
Presidencia. A cargo de Pedro López Alejandría, asesorado por José Ramón Monreal y Jesús María de Andrés, cumplió con rigor su cometido.
Incidencias. Tres cuartos de entrada, con un excelente ambiente en los tendidos de la plaza.
Alberto Álvarez y Juan José Padilla, cada uno en su estilo, cortaron una oreja en Corella. Sin embargo, las dos mejores faenas de la tarde quedaron sin premio. Fueron las del propio Álvarez al segundo y la de Iván Fandiño al toro lidiado en tercer lugar. El fallo con los aceros dejó a ambos diestros sin oreja en el esportón. Fueron dos faenas con momentos de mucha calidad a los dos mejores toros de Sepúlveda de Yeltes.
Lo primero que cabe destacar del encierro salmantino es su buena presentación, Toros con cuajo , kilos y serias y astifinas defensas. En líneas generales, fueron toros manejables, noblotes, y que incluso metieron la cara con calidad. Ahora bien, a excepción de los dos buenos toros mencionados, a la corrida le faltó un poco más de clase, mucha más fuerza y motor. No fue, por tanto, corrida de corte torista, con una suerte de varas que se quedó muchas veces en simulacro. Baste decir que al tercer toro apenas se le picó, bastando su encontronazo con el peto. El quinto fue el que más y mejor metió los riñones, esfuerzo que acusó en la muleta.
Alberto Álvarez se gustó ante el segundo de la tarde. Fue un toro noble y que embistió con calidad por ambos pitones, repitiendo y humillando. Álvarez, variado con el capote, realizó una faena muy asentada, con mucho gusto y torería. Comenzó con un pase cambiado por la espalda muy ajustado y, con un concepto muy vertical del toreo, ligó varias tandas por el pitón derecho con mucha calidad. Fijando los pies sobre la arena, asentando los riñones y desmayando el tronco, los derechazos tuvieron un alto valor estético. Los naturales llegaron de uno en uno, pero templados y largos. Fue una buena faena estropeada con cuatro pinchazos. Su segundo fue un toro de distinta condición ya que, aunque bravo en su pelea en varas, llegó muy apagado al último tercio. Faena voluntariosa y templada por ambos pitones, siempre a media altura y, esta vez sí, redondeada con una estocada, algo perpendicular. Una oreja.
Iván Fandiño realizó los naturales más sentidos de toda la tarde. Fue ante el tercero, el otro toro bueno del encierro. Apenas picado, el astado llegó algo más crudo a la muleta, con un punto de genio y algo berreón, pero con un buen pitón izquierdo. Fandiño lo vio pronto y basó su faena sobre este pitón, ligando varias tandas bajando mucho la mano, alargando la embestida del toro y ligando los muletazos. Naturales de mucha calidad mal rematados con la espada. El sexto fue otro toro muy berreón, con un molesto calamocheo y quedándose corto en la muleta. Faena voluntariosa sin eco en los tendidos.
Juan José Padilla cortó una oreja en el cuarto sin pegar ni un solo muletazo. Cierto es que fue el toro más complicado del encierro, acostándose por el pitón derecho y bastante parado, pero Padilla se limitó a dar molinetes y ponerse de rodillas. Una faena que, en cualquier caso, llegó a los tendidos y, ante la prontitud en matar, fue premiada con la oreja. Su primero fue un buey que apenas podía moverse. Padilla realizó una faena aseada, con muchas precauciones y sin terminar de meterse con el toro.
Texto: Miguel Pérez.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX