Se clasificó para la final pero en ella se las tuvo que ver con un novillo corraleado con hechuras de utrero. Reportaje fotográfico.
Ganado: Tres erales de Camino de Santiago uno, el cuarto de Alma Serena, bien presentados y de buen juego, excepto el tercero, que desarrolló algo más de sentido.
Novilleros: Hadrien Lucq (ovación), Pablo Hernández (oreja), Pedro Rufo (vuelta) y Julio Norte (vuelta).
Lugar y fecha: Plaza de toros de Bayona (Francia). 1 de septiembre de 2024.
Pablo Hernández conoció ayer, en cierto modo, las dos caras de la moneda. Por un lado, cortó una oreja de peso a un novillo de Camino de Santiago en la novillada matinal, la única del festejo. Recibió a su novillo con un afarolado de rodillas seguido de media docena de verónicas, muy cadenciosas y de bella ejecución, mejores las del pitón izquierdo, por más profundas.
Su comienzo de faena fue muy aplaudido por el público. Empezó con un pase girándose en el momento del embroque, quedando el torero hacia tablas. Seguidamente, se lo cambió por la espalda y continuó con unos doblones muy templados, por ambos pitones, largos y limpios.
Cimentó la faena en el reposo, siempre con temple y torería, ante un novillo al que había que hacerle muy bien las cosas. Sobresalieron unos naturales, jaleados en los tendidos con oles rotundos, secos. Terminó con unas ceñidas bernardinas, que pusieron al público en pie para dedicarle una cálida ovación.
Mató de una estocada, algo delantera y caída, de efectos fulminantes. La colocación de la espada redujo el premio a una oreja, pero no impidió que el joven pamplonés se clasificase para la final.
Y en ella llegó la injusticia. Los dos mejores mataban un novillo cada uno, ambos de La Espera. Nada tuvo que ver el de Julio Norte (oreja) con el que le correspondió a Hernández, un eral muy serio de cara, con hechuras de utrero, manso rajado y peligroso, que había figurado de sobrero en varias plazas, entre ellas la de Dax. El de Norte, por el contrario, tuvo hechuras de eral y fue noble, con mucha movilidad aunque con muchas teclas que tocar.
Ante tal situación, el novillero navarro no tuvo opción alguna, frente a un utrero muy complicado, reservón, que acabó cogiendo a Hernández de muy mala forma, y además en la arena se ensañó con él. Por fortuna, salió ileso, y no se afligió. Al revés, le robó muletazos de calidad, sueltos, por el pitón derecho. Mientras, desde el callejón, hombres de plata de las cuadrillas le recomendaban insistentemente que lo matase.
Y así fue. Tras un pinchazo, le recetó un estoconazo en lo alto, que provocó una emocionante ovación y que le permitió dar una más que merecida vuelta al ruedo. Sin ese pinchazo, habría paseado en triunfo una oreja.
Al final, fue declarado triunfador Julio Norte, por la oreja obtenida en la fina, pero aun así el jurado que el premio de la novillada y de una peña taurina fuese compartido.