El fallo a la hora de matar y un manso de libro provocaron que el estellés no cortase trofeos en Apizaco.
FICHA TÉCNICA:
Plaza: Monumental Rodolfo Rodríguez “El Pana”, en Apizaco (Tlaxcala).
Ganado: dos toros para rejones de Los Encinos, segundo y quinto, éste manso de libro, uno de Reyes Huerta, sexto, y los otros tres de La Estancia.
Fermín Spínola: palmas y dos orejas.
Pablo Hermoso de Mendoza: silencio en ambos.
Juan Pablo Sánchez: oreja y silencio.
Incidencias: Lleno. El navarro se fue de vacío por primera vez en su actual campaña mexicana.
Por primera vez en su actual temporada en México, Pablo Hermoso de Mendoza saldó su actuación en una plaza sin cortar trofeos. Sucedió el domingo pasado en la Monumental de Apizaco, que se llenó para ver torear al caballero navarro. Y, pese a esta falta de premio, no defraudó a nadie, ya que realizó dos faenas de altísimo nivel: la primera no rematada con el acero letal y la segunda de imposible lucimiento.
Ante el primero de su lote, que no fue fácil, rubricó una gran faena, comenzada sobre Unamuno. En banderillas, Chenel mostró su poderío y se regodeó en su galope a dos pistas, con cambios por los adentros que provocaron júbilo en los tendidos. Después, Ícaro protagonizó uno de sus característicos arrimones, en los que casi rozó los pitones del cuatreño. Tras las cortas y un par a dos manos a cámara lenta, todo indicaba que el jinete podía cortar las dos orejas del toro pero, a la hora de matar, pinchó una vez y dejó un rejonazo. El toro no dobló y el torero tuvo que echar pie a tierra para descabellar, cosa que hizo al primer intento. El público guardó silencio.
El quinto fue un manso de libro que se dedicó a huir y a defenderse, sin mostrar en ningún momento la casta brava que, se suponía, llevaba dentro. Comenzó a llover cuando Estella pisó el ruedo. Ante tal yegua, el toro se dedicó a pegar espantadas. Tras los rejones de castigo, el cuatreño no mejoró, todo lo contrario; se fue a tablas a defenderse y a poner difícil su muerte. En banderillas, Manolete y Dalí realizaron una labor más eficaz que espectacular, pues el lucimiento era imposible. Sobre Pirata, mató al pésimo toro con habilidad y los tendidos volvieron a guardar silencio.