OREJA A LAS GANAS DE GABRIEL PERICÁS EN LA SEGUNDA DE SAN ADRIÁN

Chicuelina de Gabriel Pericás al primer eral de la tarde. Fotografía: Miguel Pérez.

La tarde resultó deslucida por el ganado de Remonta, al que le faltó clase.

Ficha técnica.

Ganado.

Cuatro erales de Remonta, de Jaén, bien presentados, con más kilos el primero, deslucidos en general, con poca clase, y flojeando. Primero, con genio por el pitón derecho y más calidad por el izquierdo. Segundo, flojito, buscando tablas. Tercero, con la cara alta, sin humillar. Cuarto, noble pero con poca fuerza.

Novilleros.

Víctor Tallón: vuelta al ruedo tras aviso y silencio tras aviso.

Gabriel Pericás: silencio tras dos avisos y oreja.

Presidencia. A cargo de Javier Gil de Gómez, asesorado por Santiago Sáenz y Rosa Loranca, cumplió correctamente su cometido.

Incidencias. Tres cuartos de plaza.

Gabriel Pericás cortó una oreja por sus ganas y su acierto con el descabello. Fue, sin embargo, una tarde gris, igual que la meteorología en San Adrián, con poco brillo y escaso lucimiento, en un festejo que nunca terminó de romper.

No rompieron los erales de Remonta, ganadería que sustituyó a la titular de Concha y Sierra. Novillos bien presentados que, aun teniendo aspectos positivos, les faltó clase. Sin comerse a nadie, mansearon y llegaron con poquitas fuerzas a la muleta, algunos de ellos con la cara alta, sin entregarse.

Los dos novilleros llegaron con ganas, lo mínimo que se les puede pedir. Cada uno en su estilo, más clásico Tallón, algo más efectista Pericás, mostraron en general buenas maneras, buscando la colocación e intentando diferentes cosas con el capote.

Tallón abrió con firmeza su faena de muleta al primero, bajando la mano y sacando al eral a los medios. Destacó en la primera tanda de naturales, largos y templados, pero luego el trasteo terminó por diluirse. Mató mal. Su segundo fue el eral más complicado, siempre con la cara alta y mirando. Nuevamente lo intentó Tallón y logró una meritoria tanda de derechazos poderosos, bajando la mano y pudieron de verdad al novillo. Nuevamente la espada le paso factura.

Pericás en su primero, en un eral flojito y rajado, estuvo algo atropellado, sin dar el sitio que el novillo pedía. Recibió a su segundo a porta gayola, llevándose un fuerte golpe. Con todo, volvió a la cara del novillo para torearlo por unas templadas verónicas. Acertó con el estoque y descabello y paseó una oreja como premio a su entrega.

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