Estocada de Rafaelillo al cuarto miura ayer en Sevilla. Fotografía: Maurice Berho.
Rafaelillo, que se llevó el mejor lote, cortó la única oreja de la última tarde la Feria de Abril.
Miura echó ayer el cierre al ciclo taurino sevillano con seis toros correctos de presentación y nobles en conjunto, pero también desrazados. Del encierro, destacó el lote de Rafaelillo, que cortó la única oreja de la tarde.
El primero fue un toro muy zancudo, ancho de sienes y cortito de cara, que se desplazó bien, tanto en el capote como en la muleta. Empujó mucho y bien en los dos puyazos con los que fue castigado y permitió que el diestro se expresara con suavidad, al embestir humillado y con nobleza. La suya fue una faena medida porque, en cuanto se apagó, el astado comenzó a reponer y ensució una labor bonita. El cuarto tuvo buen tranco y le puso facilidades en las tres primeras series. La nobleza del toro fue en disminución y comenzó a embestir a media altura. Estos dos toros le correspondieron a Rafaelillo. Su balance, ovación y oreja.
Alto, fino y con cuello el segundo, tuvo más teclas que tocar. Su embestida rebrincada e informal, dando cabezazos, fue incómoda y peligrosa. Cuesta arriba, con más pecho el quinto se metió por dentro en el capote. Muy peligroso en banderillas, midiendo, esperando y cortando, en la muleta resultó muy complicado. Fue el lote de Javier Castaño, que recibió sendas ovaciones.
El tercero el toro embistió bien al principio pero pegaba un tornillazo al final del muletazo. Un toro largo, más que grande, despegado del suelo, de 639 kg., cerró la feria. El astado no tuvo más que eso, kilos. Le correspondieron a Manuel Escribano; su balance, ovación y silencio.
La Maestranza se llenó en más de tres cuarto de su aforo. Se desmonteraron Lipi y Fernando Sánchez tras banderillear al segundo.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX