Marco recibe de capa al primer utrero, un ejemplar muy cuajado y serio.
Los tres matadores de toros se las vieron con dos serios utreros y cuatro vacas de procedencia Cayetano Muñoz.
Terminada la Navidad, el campo bravo navarro ha retomado su actividad y uno de los más madrugadores ha sido Alfredo Íñiguez, ganadero de Arguedas, que organizó el sábado pasado un tentadero en la finca Camponuevo de Cintruénigo. Hasta allí se desplazaron los matadores de toros Francisco Marco, Alberto Álvarez e Iván Abásolo, que probaron la bravura de dos serios utreros y cuatro vacas de procedencia Cayetano Muñoz. Estuvieron bien auxiliados por los subalternos Pablo Simón, Jesús Granado y Asier Echániz.
Juan Manuel Sangüesa pica a un serio utrero, con Pablo Simón al quite.
La suerte de varas corrió a cargo de Juan Manuel Sangüesa, picador tudelano que resolvió con solvencia el abundante trabajo que tuvo. Todas las reses de la tienta acudieron al caballo en cuatro ocasiones, lo que obligó al buen varilarguero a emplearse a fondo, y lo hizo con brillantez, colocando el caballo y tirando el palo con maestría. Sobre todo los machos, cumplieron de sobra en el peto; acudieron a él desde los medios, con prontitud, y pelearon con fijeza.
Ya en la muleta ofrecieron un juego dispar. Reservones de salida, algunas reses acabaron rompiendo a buenas, como el segundo utrero, que correspondió al diestro aragonés Álvarez, quien, con muy buen concepto, le realizó una larga faena. El primero utrero resultó más complicado por quedarse corto; pese a ello, el navarro Francisco Marco estuvo por encima de él y resolvió las dificultades con suficiencia. Por último, al vizcaíno Abásolo le correspondieron dos vacas de distinta condición; su segunda le permitió, por el pitón derecho, ejecutar un trasteo largo y variado.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX