LA FUERZA LA PUSO PADILLA ANTE UNA DÉBIL CORRIDA DE FUENTE YMBRO

Los desplantes de Padilla entusiasmaron al público de la plaza de Pamplona.

Los desplantes de Padilla entusiasmaron al público de la plaza de Pamplona.

El diestro jerezano cortó dos orejas, Moral logró una y Jiménez Fortes se fue de vacío.

Ganado: Seis toros de Fuente Ymbro, el cuarto en calidad de sobrero, bien presentados, serios de cara, nobles en conjunto pero faltos de fuerza; por esta razón, fue devuelto el cuarto y en su lugar salió un sobrero del mismo hierro, que tuvo un buen pitón izquierdo y fue aplaudido en el arrastre.

Diestros. Juan José Padilla: oreja en ambos. Salió a hombros. Pepe Moral: silencio y oreja. Jiménez Fortes: silencio tras aviso en ambos.

Presidencia: A cargo de Ana Elizalde, asesorada por Luis Echegoyen y Miguel Reta, salvo ese inoportuno aviso en el tercero cuando ya el toro doblaba, cumplió bien su cometido.

Incidencias: Lleno. Tarde nublada y agradable. Pepe Moral, que sustituyó a David Mora, hizo el paseíllo desmonterado. La enfermería, sin noticias.

Duele decirlo y, sobre todo por usted, señor Gallardo, pero la corrida de ayer fue la peor de las diez que ha lidiado en Pamplona. A su favor, hay que decir que el encierro tuvo nobleza, que no dio problemas a los actuantes ni los trajo de cabeza.

En su contra, que el conjunto careció de las fuerza exigibles a una buena corrida de toros. El cuarto fue devuelto por esta razón -el primer pañuelo verde de la feria y, de momento, el único- y el quinto debió llevar el mismo camino, pues le costaba, y mucho mantenerse en pie, aunque en la segunda parte de la faena, gracias a la buena lidia del espada, dejó de doblar las manos y aguantó la buena faena.

En años pasados, estos toros solían tomar dos señoras varas y llegaban al último tercio en buenas condiciones para el espectáculo. Sin embargo, a los de ayer hubo que mimarlos en el peto. Se les pegó algo, sólo algo, no una barbaridad en el primer encuentro y se les levantó la vara; y en el segundo, la cosa no pasó de marcar. ¡Una verdadera decepción, señor Ricardo!

Ante tal materia prima, la mano de obra fue la encargada de salvar la tarde. La terna, cada uno a su estilo y con lotes de distinta condición, buscó el triunfo en el ruedo, aunque, finalmente, sólo uno lo consiguió, el más veterano.

El ídolo volverá

Padilla, frente al que abrió plaza, recuperó la imagen del ciclón, ésa que tantas tardes de triunfo le ha procurado. Salió a por todas frente al que abrió plaza y ofreció un variado recital de capa: cuatro largas cambiadas de rodillas, delantales y la media de cierre; galleo por chicuelinas para poner al toro en varas; y no conforme, un quite por navarras.

Seguidamente, completó un lucido tercio de banderillas, con un tercer par al violín que cautivó.

Ya en el último tercio, el panorama cambió. Se encontró con un toro tardo de arrancada, tan noble como justo de energías, que embistió en nada generoso recorrido. El gaditano le pegó un par de series con la diestra, otra de naturales, y vio cómo su faena no tenía conexión con los tendidos. Entonces, vendió la mercancía optando por el tremendismo: que si molinetes por aquí, que si desplantes por allá… y la fórmula volvió a funcionar, pues, pese al bajonazo con que mató al toro, el público pidió un trofeo y la presidencia no tuvo otro remedio que concederlo.

El diestro de Jerez tuvo suerte pues el cuarto fue devuelto por rozar la invalidez y en su lugar salió un sobrero que acabó por ser el mejor del encierro.

Este ejemplar tuvo un buen pitón izquierdo y el diestro lo aprovechó con tres series de naturales. Tras ellas, volvió a ver que su toreo ortodoxo no llegaba al público y, como él quería salir a hombros, optó de nuevo por el heterodoxo, el tremendista. Volvió a acertar. El público volvía a enloquecer con él al observar sus desplantes. Por ello, le volvió a premiar, pese a que la estocada llegó después de un pinchazo. El idilio Padilla-Pamplona continuará el año que viene.

Buen debut

Pepe Moral entró en la feria por la puerta de la sustitución, un cambio que no gustó al aficionado porque a Mora le tenía que haber sustituido un diestro de más fuste, con todos los respetos para el sevillano. Pero, aparte de esta sustitución, más barata para la empresa, Moral aprovechó su oportunidad, pidió sitio y demostró que, como tantos, merece un lugar más alto en el escalafón.

Poco pudo hacer, salvo intentarlo, ante su rajado primero. Sin embargo, frente al débil quinto, que tenía que haber sido devuelto, sacó agua de un pozo seco. Le realizó una faena fina, templada, en escasísimos terrenos, por ambos pitones, con alegría sevillana. Y, pese a que la estocada cayó baja, cobró una merecida oreja que ojalá le sirva en el futuro.

Jiménez Fortes no tuvo su tarde. Le correspondió el peor lote y anduvo con el punto de mira del estoque desviado. Eso sí, su quites dejaron pequeñas muestras de su calidad.

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