Tuvo una duración de 36 minutos por la tardanza de una de las nueve vaquillas a la hora de regresar al corral.
Tras la tempestad siempre llega la calma. Así fue también ayer en el tradicional encierro del Estrecho de Arguedas que, tras el ajetreo del domingo, en el que hubo dos heridos de diferente consideración, vivió ayer una jornada sin sobresaltos y muy tranquila. Tanto, que se prolongó durante 36 minutos debido a que una de las vacas, que embestía a cualquier cite de los mozos, no quería entrar a los corrales del pueblo, donde habitualmente se recogen, y tuvo que ser llevada por el cabestro hasta el corral del que partió para dar emoción a El Estrecho.
El acto, el más multitudinario de las fiestas de Arguedas y que aspira a ser Fiesta de Interés Turístico de Navarra, estuvo protagonizado por las carreras de los nueve veloces animales de la ganadería local de Víctor Ustárroz Santafé, que no ofrecieron mal juego pero no se atrevieron a intentar ascender por la peña, donde se ubicaba un gran número de fieles a la cita.
En la primera pasada, las vaquillas, de distinto pelaje y cornamenta, hicieron intención de subir por la peña, pero no hubo una que realmente lo intentara. Conforme las vaquillas subían por El Estrecho y bajaban al pueblo la manada se fue partiendo, y pocos minutos después del cohete ya había una vaquilla, roya, que apuntaba maneras de querer erigirse en protagonista.
Y así fue, porque desplegó una gran dosis de bravura mientras sus energías le duraron, y embistió a cualquier cite de los mozos y espectadores detrás de las vallas. Tanto fue así que acabó muy cansada y buscó refugio en un parque situado en el recorrido, lo que no impidió sus últimos derroches de bravura antes de que, con sus compañeras de encierro ya en los corrales, el cabestro la guiara hasta el camión entre la ovación de los presentes.
Información de Íñigo Sanz para Diario de Navarra.