El ganadero Justo Hernández.
Terminada la temporada, Justo Hernández realiza el balance de ella, una campaña en la que el borrón fue la corrida de Pamplona, aunque tampoco lo considera así el ganadero.
La corrida de Pamplona fue el borrón del año, aunque tampoco lo considera como tal el ganadero: “Cuando he echado una corrida mala he sido siempre el primero en decirlo, e incluso he querido dar la cara y no esconderme, pero en Pamplona el público se divirtió muchísimo, un torero abrió la puerta grande, a Padilla le tocó uno de los mejores toros de mi vida… Sin embargo el quinto se partió los pitones contra un burladero y se formó una marabunta tan grande que al final pasó de ser una corrida exitosa -porque embistieron hasta cinco toros- a ser un desastre”.
El quinto, que le correspondió a El Juli, se lidió completamente despitorrado.
Y continúa: “Ahí te das cuenta de lo que eres, de la importancia que estás adquiriendo en la Fiesta. Eso te hace ser más serio y profesional. Está bien que estas cosas pasen para saber lo que te puede ocurrir”, declaró convencido, agregando: “Tienes que admitir estas cosas, eres eso para lo bueno y para lo malo, eres Garcichico y eres Garcigrande, hay que asumirlo, por eso hay que tener cuidado, saber competir e intentar ganar siempre. Sabes que a la mínima que se te vaya un pie se va a sobredimensionar todo pero son las reglas del juego y yo estoy dispuesto a entrar en ellas, por supuesto”.
El titular de Garcigrande hizo estas declaraciones en el programa semanal que realiza la redacción de ‘Aplausos’ los lunes por la noche a través de los micrófonos de la 99.9 Valencia Radio.
Justo Hernández lidió el pasado 13 de julio en Pamplona cinco toros con el hierro de Domingo Hernández y uno, el cuarto, con el de Garcigrande, desiguales de presentación, alguno de escaso trapío, otro atacado de kilos, zambombo, alguno sin culata, serios de cara, nobles, con clase, encastaditos un par, pero muy medidos de fuerzas. Tercero y cuarto fueron aplaudidos en el arrastre.
El encierro fue muy desigual de presencia: hubo un toro muy atacado de kilos, zambombo, el primero; otros, no rematados de culata, terciados, de escaso trapío. Y, sobre todo, otro, el quinto, que se lidió completamente despitorrado. De vergüenza. Sus dos pitones, completamente escobillados, no astillados, pusieron en evidencia, sacaron los colores a una feria que presume de ser la del toro.
Lidiaron estos toros Juan José Padilla (vuelta por su cuenta y silencio tras aviso), El Juli (oreja en ambos) y Miguel Ángel Perera (oreja y silencio).
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX