El sevillano Fernández, con el mejor lote, salió a hombros en Tafalla tras conseguir cuatro orejas.
Ganado: Seis toros de la ganadería de Hermanas Azcona, de Olite. De caras y presentación desiguales, fueron ovacionados todos en el arrastre por el paisanaje. Muy cuidados en varas. Destacaron el segundo y el quinto, premiado con la vuelta al ruedo. El primero, inválido; el cuarto, con genio; el sexto, encastado
Toreros: Javier Herrero (oreja y silencio tras aviso), Esaú Fernández (cuatro orejas) y Raúl Rivera (silencio y oreja).
Presidencia: A cargo de María Eugenia Torrecilla, asesorada por Felipe Sota y por el veterinario Fernando Gaviria, cumplió con su cometido, aunque el público tafallés se quedó con las ganas de ver algún tercer par de banderillas.
Incidencias: Más de dos tercios de plaza. Tarde de intenso calor. Fernández salió de la plaza a hombros.
La corrida había despertado mucha expectación en la ciudad. La divisa de las Hermanas Azcona volcó el interés de la comarca, que acudió a la plaza para disfrutar del debut en Navarra de los toros de Olite en una corrida completa.
La juventud del hierro se hizo patente a lo largo de la tarde: las líneas de la ganadería todavía están muy abiertas y por el ruedo de Tafalla desfilaron toros de trapíos muy distintos. Animales de excelente embestida junto a otros de actitud más reservada, toros fuertes de remos junto a otros muy blandos, astados de enorme nobleza junto a alguno que sacó genio. En términos de tiempos ganaderos, el trabajo de selección sólo ha empezado en la finca de El Orfanato.
Fue en resumen, una corrida muy variada, donde destacaron especialmente el segundo y el quinto toro, que fueron a caer en el mismo lote, el del matador de Camas Esaú Fernández.
Su actuación frente a ambos astados fue tan bipolar como el comportamiento de los toros. El primer astado con el que topó Fernández, recibió un simple picotazo en el caballo que hacía puerta. Tras un fugaz tercio de banderillas, Esaú hizo con la muleta todo lo que el toro necesitaba para hacer lucir su clase por encima de su fuerza. El torero, habitual de la ganadería de Olite, sacó lo mejor de Melonero, que, yendo a más, terminó por embestir con la clase del mejor estilo de su procedencia Daniel Ruiz.
El otro trabajo del camero, aunque igual de laureado, fue bien distinto. Tribunal fue un astado de embestida boyante desde su salida por chiqueros. Cobró un puyazo tomado con distancia tras el que pegó un volatín. Manteniendo el buen tranco en banderillas, llegó a la muleta como un lienzo donde realizar una faena memorable.
Esaú, en su rol de torero de gaches, realizó un gesto tan inédito como bochornoso: no sólo hizo que su faena pareciera igual a todas las de su estilo pegapases, además, quiso que sonase igual: interrumpió a la Banda de Música de Tafalla en plena interpretación de ‘Carriquiri’ de Carlos Lizarazu, para que hicieran sonar ‘Puerta grande’ de Elvira Checa, quizá más acorde a sus mantazos.
Entre tanto, el toro de las Hermanas Azcona seguía embistiendo con un motor envidiable. Mató de estocada rinconera. Recibió la vuelta al ruedo el toro de Olite, para compensar a las ganaderas el mal trago del lote de Javier Herrero, que cortó una oreja tras gran estocada del inválido primero y sufrió y no supo encontrarle la vuelta al geniudo cuarto que casi lo manda al hule.
Raúl Rivera estuvo decoroso con el discreto tercero, al que mató de bajonazo y dio fiesta desde banderillas al encastado sexto con el que protagonizó una excelente tanda de torero en redondo.
Las ganaderas, discretas y en su sitio, no quisieron protagonizar ninguna escena de apoteosis. Saben de todo el trabajo que todavía queda por delante.
Información de Pascal Lizarraga, publicada en Diario de Navarra.