HERMOSO DE MENDOZA CORTA TRES OREJAS EN MANIZALES Y LOGRA UNA NUEVA PUERTA GRANDE EN COLOMBIA

Silveti reapareció en Manizales y ofreció una lección de temple.

El rejoneador navarro ya suma en el país americano ocho orejas y un rabo en tres actuaciones.

Tres actuaciones y tres puertas grandes. Pablo Hermoso de Mendoza ha comenzado de manera arrolladora su campaña en Colombia. El último triunfo, de tres orejas, lo consiguió el miércoles pasado en la plaza Monumental de Manizales –con capacidad para 15.600 personas-, que casi llenó para disfrutar con el toreo del navarro.
Éste hizo el paseíllo con los también rejoneadores Antonio Ribeiro Telles, portugués que se fue de vacío, y Willi Rodríguez, joven colombiano que logró una oreja del tercero. Todos ellos lidiaron seis toros de Dosgutiérrez, bien presentados y de buen juego cinco de ellos, con un tercero premiado con la vuelta al ruedo.
La primera intervención del estellés fue muy coreada por el público desde el principio, cuando toreó con Garibaldi. En banderillas, la mejor noticia vino dada por la reaparición de Silveti, que no había pisado un ruedo desde el cólico que sufrió en junio. El veterano castaño toreó con empaque, con mucha clase; se dejó llegar al toro para luego vaciar la embestida del cuatreño. Después, Ícaro no llegó a acoplarse al desacompasado embestir del astado. Sin embargo, Pirata se enfrentó a él con alegría, llegó frontalmente a las reuniones de las banderillas cortas. Un pinchazo, previo a un espectacular rejón letal, impidió que se concediese el doble trofeo.
Las dos orejas las consiguió del quinto, al que recibió sobre Estella. En banderillas,  con Van Gogh, el jinete navarro montó un auténtico alboroto. La montura ofreció un recital de quiebros, siempre suaves y templados, marcando perfectamente los tiempos y sin tirones. Los tendidos ya eran un verdadero delirio cuando Van Gogh abandonó el ruedo y salió Dalí. El alazán rubricó su tarde más redonda en Colombia e hizo enloquecer al público cafetero. Estuvo sembrado en banderillas, con reuniones muy precisas al estribo y, sobre todo, con ajustadas piruetas.
Para el tercio final, el caballero estellés volvió a elegir a Pirata, que mantuvo al público al rojo vivo, especialmente en un par a dos manos y en desplantes en la misma cara del toro. Y permitió que su dueño terminase con un espectacular rejón letal. Dos orejas más para el maestro navarro, ante una fuerte petición de rabo, que el palco no concedió.

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