CUARTA DE PERALTA. CRÓNICA. CURRO DE LA CASA TRIUNFA Y CONVENCE

Derechazo largo de Curro de la Casa, que puso a todos de acuerdo.

El novillero alcarreño mostró buen concepto del toreo y dio una lección de lo que debe ser un novillero, antes de salir a hombros.

Ganado: Seis utreros de Los Maños, bien presentados, no sobrados de fuerza algunos y nobles en conjunto, con distintas escalas, desde los encastados primero y segundo hasta el bondadoso sexto pasando por el bruscote quinto. El cuarto fue aplaudido en el arrastre y el segundo y el sexto, ovacionados.

Jesús Duque: silencio tras aviso y silencio.

Juan Millán: oreja y silencio tras aviso.

Curro de la Casa: vuelta tras ligera petición y dos orejas. Salió a hombros.

Presidencia: A cargo de Rocío Ventura, asesorada por Oihana Ostolaza y Jesús Asín, correcta aunque generosa en la concesión de trofeos y de cambios de tercio con sólo dos pares de rehiletes.

Incidencias: Más de dos tercios de plaza. Tarde soleada y calurosa. Los tres novilleros hicieron el paseíllo desmonterados. El subalterno Carlos Donaire saludó montera en mano tras banderillear al cuarto de la tarde.

Llegó por la puerta trasera, la de la sustitución, y salió por la grande, merecidamente y en loor de multitudes. Todavía habrá aficionados que seguirán hablando de él. Y es que dejó muy buena imagen, convenció y puso de acuerdo a toda la plaza, que vivió y sintió esa faena al sexto y último de la tarde.

Curro de la Casa toreó en Peralta su sexta novillada con los del castoreño; es decir, en alguna ocasión, se vio que no estaba muy placeado, pero mostró ese hambre de triunfo que debe tener cualquier novillero con altas aspiraciones en este complicado mundo del toreo. En todo momento, quiso agradar y triunfar, y para ello se la jugó abiertamente, sin concesiones. Ante su primero, algo rebrincado por sus justas fuerzas, dibujó buen toreo en redondo y acabó pegándose un arrimón de verdad, en muy cortas distancias. Mató de una trasera, hubo leve petición y dio con mucha fuerza, bajo una gran ovación, una vuelta al ruedo.

Se superó ante el bondadoso sexto, bastante limitado de energías. Lo saludó con un buen puñado de verónicas, dibujadas con un capotito de recuerdos romeristas. Con la muleta, comenzó con un estatuario y un cambiado por detrás, bajo un runrun de que algo iba a pasar. Y sucedió. Siempre cruzándose, siempre toreando de verdad y con verdad, elaboró un trasteo en el que se unieron su buen concepto del toreo y su falta de rodaje; y el resultado fue la emoción, que fue a más cuando acortó las distancias.

El joven alcarreño dio un repaso a sus aburridos compañeros, que no pasaron de la vulgaridad. Duque realizó dos trasteos tan largos como insípidos y a Millán le dio el palco una oreja de un novillo de dos.

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