Marín corta una oreja y pierde otra con la espada, y lo mismo le ha sucedido a Toñete, que ha mostrado buenas maneras pero se ha ido de vacío por fallar con el estoque. Imágenes: Javier Arroyo.
Ganado: Seis utreros de El Parralejo, desiguales de presencia, feos algunos, pobres de cara otros y picados todos antes de salir al ruedo; es decir, muy justos de fuerza, nobles pero carentes de casta, de transmisión, salvo el quinto, con cierta clase; el segundo tuvo que ser apuntillado en el ruedo.
Novilleros: Javier Marín (oreja y silencio tras dos avisos), Jesús Enrique Colombo (silencio y dos orejas) y Toñete (silencio y silencio tras aviso).
Lugar y fecha: Plaza de toros de Pamplona. 5 de julio.
Incidencias: Tres cuartos de plaza. Calor agobiante. Primera del abono de San Fermín. Tras el paseíllo, se ha guardado un minuto de silencio en homenaje póstumo a Iván Fandiño. Piso de la plaza, en mal estado. Toñete y Colombo se han presentado en esta plaza pero sólo el venezolano ha salido a hombros.
La novillada de El Parralejo, en conjunto, ha defraudado, tanto en presencia como en juego, excepción hecha del quinto, que, encastadito, ha transmitido y ha sido el único que ha aportado cierta emoción. Señor veedor de la empresa, se equivocó al rechazar la novillada del navarro Baigorri. Errar es de humanos. Pero, ¿no había en todo el extenso campo bravo una novillada de otro hierro, de otra procedencia? Su segundo error, optar por la fácil, por contratar otra de El Parralejo, que lleva camino de acercarse a la marca de once años de Miranda de Pericalvo. Mal, señor veedor, muy mal.
Respecto a la mano de obra, Marín ha sido todo entrega pero le ha faltado, como a sus novillos, transmitir, conectar con los tendidos y, dado el calor dado, asfixiarlos.
Su feo primero, ha tenido nobleza pero siempre ha echado la cara arriba. Faena completa del navarro, variada y terminada con una media que ha servido. Justa oreja y no de paisanaje, compañeros de Madrid. Su segundo ha tenido más presencia pero no ha terminado de humillar y ha embestido con sosería. El de Cintruénigo ha intentado poner todo lo que le faltaba al novillo, ha estado por encima de él pero la pena ha sido que le ha costado matarlo.
Como Marín, Colombo ha estado variado de capa. Además, se ha mostrado espectacular con las banderillas. Su primero ha sido un ejemplar con poca vida, que se ha venido abajo enseguida, lo que ha imposibilitado el lucimiento; al final, el utrero se ha echado y ha tenido que ser apuntillado.
Ante el buen quinto, ha comenzado de rodillas en los medios, y ha cuajado una buena serie de derechazos para empezar. Ya de pie, el venezolano ha toreado templado con la diestra. El novillo ha durado un poco más que los demás, lo justo. Ha sufrido una voltereta, de la que ha salido visiblemente aturdido tras ser golpeado en la cabeza, se ha repuesto al poco tiempo y ha terminado con unas ceñidas bernardinas y una estocada hasta el puño. Fuete petición en los tendidos, el palco que cede y dos orejas por aclamación popular.
Toñete ha sido todo ganas, ha ejecutado un buen toreo y ha dejando muestra de su progresión, en dos faenas de buen corte, mal rematadas con la espada. De haber matado bien, habría cobrado una oreja de cada uno de su lote. Su primero, carente de fuerza, se ha dejado hacer. Con cierto gusto y grandes dosis de temple, le ha sacado todos los muletazos que tenía. El obligado silencio ha llegado por no acertar con la espada. Ha gustado más frente al sexto, al que lo ha toreado templado por ambos pitones. De sus manos han salido los mejores naturales de la tarde-noche. Ha enganchado al novillo y lo ha conducido con suavidad, en un estupendo juego de muñecas. Pero, de nuevo, toda su buena labor ha quedado empañada por la falta de acierto con el estoque. Otra vez, será.