Ana Rita clava un rejón de castigo. Fotografía: Alberto Galdona.
Ana Rita cortó la única oreja de la tarde y Sergio Domínguez ejecutó el mejor toreo a caballo.
Ganado: Cuatro toros de Campos Peña, bien presentados, con kilos, con buen son y colaboradores; salvo el tercero, más parado, todos fueron ovacionados en el arrastre.
Rejoneadores: Sergio Domínguez (silencio tras aviso en ambos) y Ana Rita (vuelta por su cuenta y oreja).
Presidencia: A cargo de Ángel Castillejo Aranda asesorado por Santiago Campo y por el veterinario Jesús Miguel Blanco, cumplió con muy buen criterio su cometido.
Incidencias: Más de dos tercios de plaza. Tarde soleada y agradable. Segundo festejo con muerte del abono.
El buen ambiente siguió reinando ayer en la plaza de toros de Peralta, en una amable corrida de rejones. Al desarrollo rápido de las lidias, que siempre se agradece, contribuyeron los toros de Campos Peña, que se mostraron colaboradores con las monturas. Porque el corto diámetro del ruedo peraltés permite pocas rectificaciones encima de un caballo.
Sergio Domínguez de salida ante uno de sus toros. FotografÍa: Alberto Galdona.
Bien lo supo Sergio Domínguez que rompió el fuego de la tarde con embroques precisos para colocar el rejón de castigo y que sufrió algún testarazo del toro a lomos de ‘Gallito’ cuando más ajustados estaban siendo los quiebros. Con el ambiente y el público proclive al triunfo, patinó Domínguez con el rejón de muerte y pegó después un mitin con el descabello. El veterano rejoneador calagurritano perdió el favor del público que lo despidió con indiferencia.
En el toro que atravesaba el ecuador de la corrida, Domínguez no lo vio claro a lomos de Gallito y sacó a Natural un caballo tordo precioso con el que enganchó con la grada con cabriolas y saltos en los cites.
Clavó al estribo en algún quiebro y volvió a llevarse ovaciones del respetable, pero el segundo de los rejones de muerte no fue lo suficientemente efectivo y tuvo que echar pie a tierra. No fue la tarde del riojano con la cruceta: entre descabellos y puntillazos marrados el tendido de sol había comenzado su desconexión y con ello su propia juerga.
Ana Rita, clavando al violín. Fotografía: Sagüés.
Lo de Ana Rita es capítulo aparte. La amazona lusa es la rejoneadora que más veces ha toreado en Navarra esta temporada. Y ayer probablemente fue su tarde más brillante: clavó decorosamente rejones de castigo en ambos toros.
Los caballazos tordos que emplea en banderillas brillaron a buen nivel y conectaron con el público y llevándose más de un derrote en la grupa.
Las gradas y tendidos de sombra mantuvieron la complicidad con la rejoneadora vestida a la federica. Las peñas le agradecieron en todo momento los brindis a sus banderillas. Pero ello no quita que para colocar un violín necesitara siempre tres intentos o para colocar una rosas mareara a toros y público haciendo un tiovivo infinito con el caballo.
A su primer toro lo pinchó cuatro veces con el rejón de castigo y ello no impidió que Ana Rita se diera una vuelta al ruedo por iniciativa propia.
Pero fue en el cuarto, con el toro insumiso del encierro, con el que la caballista desplegó toda su artillería. Porque la otra puesta en escena de la amazona, la que no tiene que ver con la monta o los embroques, se mueve en una delicada frontera: la que pasa de la picardía de seducir al público con su sonrisa al tremendismo emocional.
Excepcionalmente, Ana Rita fue certera con el rejón de muerte, Naranjito cayó a la primera y el público, espoleado por la alegría de la rejoneadora, pidió la oreja.
La presidencia la concedió, las mulillas se llevaron al toro y cuando ya estarían cargándolo en el camión frigorífico la amazona, en los medios sobre el caballo, con sus auxiliadores de corifeos, todavía le suplicaba con gestos al presidente el segundo trofeo.
Como representación de un esperpento quedó bien, como broche a la tarde en términos taurinos, resultó indecoroso.
Crónica de Mariano Pascal, publicada en Diario de Navarra.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX