BALANCE DE LA FERIA DEL TORO. LOS TOROS. UNA DE CAL Y OTRA DE ARENA

Trío de cebadas en los corrales del Gas.

Como viene sucediendo en las últimas ferias, el fallo del jurado de los premios de la empresa, de la Casa de Misericordia, provoca división de opiniones.

Respecto al ciclo que acaba de concluir, ha acertado en el Premio de la Feria del Toro, destinado a reconocer la mejor corrida de toros en conjunto. Ha ido a parar a la que se lidió el 9 de julio, a la de Herederos de José Cebada Gago. No podía ser de otra manera. Cualquier otra decisión habría sido un desatino.

Los toros gaditanos llegados desde La Zorrera, excelentemente presentados, ofensivos, astifinos, fueron nobles y tuvieron clase en conjunto; sólo les faltó un punto más de motor. Dos de ellos, los lidiados en cuarto y quinto lugar, Fugado y Naviero respectivamente fueron aplaudidos en el arrastre. El encierro, en conjunto, ennobleció la Feria del Toro.

Del resto de corridas, todas mostraron una buena presentación, salvo las dos últimas. La de Miura mantuvo siempre el interés para el aficionado. La de Dolores, algo desigual, fue una mansada muy deslucida. La del Pilar –demasiada escalera- derrochó aborregada nobleza, carente de emoción. La de Fuente Ymbro se movió en una línea de nobleza sosa y, sin defraudar, se esperaba más de ella. La de Victoriano del Río, en versión Toros de Cortés, tuvo clase pero le faltó de fuerza. Y de las dos últimas, qué se puede decir. Terciada la de Juan Pedro Domecq y anovillada la debutante de Torrehandilla, ambas carecieron de las fuerzas necesarias y, pese a taparse con las serias caras, defraudaron sin paliativos.

Respecto al Carriquiri, lo más lógico hubiera sido dejarlo desierto, ya que, aunque hubo buenos toros, ninguno fue de premio. Ahora bien, parece que se ha optado por premiar. El afortunado ha sido Cantinillo, un negro burraco marcado con el 102, nacido en febrero de 2008, de 565 kilos y del hierro de Moisés Frailes, no del titular, el de El Pilar. Este ejemplar derrochó nobleza en la muleta, fue el único con las energías justas para aguantar la faena pero en varas recibió un picotazo en el primer encuentro y en el segundo le levantaron la vara; es decir, fue de nota muy baja en el tercio que mide la bravura. Lo mismo que el castaño Intruso, de Miura y del mismo peso que el anterior, ejemplar premiado por el Club Taurino de Pamplona, que tampoco cumplió en varas.

En este sentido, mejor pelea hicieron en el peto los dos citados toros de Cebada Gago, Fugado y Naviero, quienes, aunque no tuvieron tanta calidad en la muleta, cumplieron en varas y resultaron más completos.

Analizado desde un punto de vista positivo, las discrepancias de los aficionados en este premio reflejan que al ruedo pamplonés han saltado bastantes toros de buena nota, lo que habla bien de la feria, de una feria que todos queremos, y deseamos que sea el buque insignia de las del toro bravo.

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