El Club Hípico La Cañada Bardenas se ha propuesto dar a conocer esta costumbre que se predió hace cuarenta años.
Entonces, el ganado bravo, secundado por vaqueros a caballo, hacía su entrada en los pueblos y ciudades a través de las cañadas reales.
El domingo, este club de Tudela repitió esta tradición ancestral por segundo año consecutivo. Y lo hizo con cerca de 80 jinetes y amazonas, que acompañaron a una decena de vacas traídas de Teruel. José Luis Casaus Molina, presidente del club, comentó que la intención es «repetir este acto una vez al año». «La trashumancia de ganado ha quedado en el olvido con el cambio de costumbres en la sociedad y mucha gente la desconoce», señaló.
Numerosos niños y niñas, acompañados de sus padres, y personas ya jubiladas sintieron curiosidad por ver la entrada del ganado vacuno y equino a la capital ribera por el puente sobre el río Ebro. En ese lugar se concentraron varios cientos de personas. «Estamos muy contentos porque la gente está disfrutando y el número de caballos es sensiblemente mayor que el año pasado», añadió Casaus.
El presidente del club tudelano destacó que en esta ocasión se habían esmerado más. «Hemos tratado de corregir los pequeños y grandes fallos que cometimos el año pasado. La verdad es que hemos tenido un día muy bueno y agradable para todo el público que ha venido», afirmó.
Los 80 jinetes que participaron en la jornada de la trashumancia llegaron de diferentes puntos de Aragón, La Rioja, Soria y Navarra. Comenzaron con un desayuno para iniciar después la marcha por la cañada de Tudela en dirección a las Bardenas. «En un descampado hemos soltado las vacas un rato y el regreso lo hemos realizado por el mismo recorrido», confesó.
Participantes y público pudieron compartir a media mañana un almuerzo junto al río Ebro y la papelera. Allí se asaron 15 kilos de chistorra, 10 de panceta, además de jamón, chorizo y hamburguesas, que se repartieron en bocadillos. Se emplearon 80 barras de pan, además de vino y agua.