SEXTA CORRIDA DE LA FERIA DEL TORO. CRÓNICA. «PILARES SIN FONDO»

Padilla puso a la plaza en pie con sus banderillas ante el primero.

Padilla puso a la plaza en pie con sus banderillas ante el primero.

Tarde de toros para figuras, con sendas orejas para dos faenitas de El Juli y Fortes.

Ganado: Cuatro toros de El Pilar y dos, segundo y sexto, de Moisés Fraile, correctos de presentación, con cara y con un tercero y un cuarto faltos de remate, nobles, dóciles, muy justos de fuerza, carentes de fondo y de juego dispar, desde alguno con buen son hasta otros deslucidos.

Juan José Padilla: silencio y saludos desde el tercio tras aviso.

Julián López “El Juli”: oreja y silencio.

Jiménez Fortes: oreja con petición de la segunda y silencio.

Presidencia: A cargo de Pilar Ferrero, asesorada por Pedro Ascunce y Fernando Moreno, cumplió bien su cometido.

Incidencias: Lleno. Tarde soleada y muy calurosa, que acabó nublándose. La solanera aclamó repetidas veces a Juan José Padilla.

Otra pequeña decepción la vivida o sufrida ayer. Por dos motivos: por el ganado y por el deficiente uso de los aceros.

En cuanto a presentación, los toros de El Pilar dejaron algo que desear; sobre todo, el tercero y el cuarto, faltos de culata, que se taparon con la cara. Y respecto a su juego, hicieron recordar en algunos momentos a sus primos de Valdefresno. Mantuvieron dócil nobleza, anduvieron muy justos de fuerza (la segunda vara sobró), embistieron en muy corto recorrido y se acabaron muy pronto los que comenzaron con buen son. Toros de media embestida, carentes de transmisión, muy aptos para ciertas figuras del toreo actual.

Respecto a los diestros, el menos veterano fue quien más cerca estuvo de conseguir una puerta grande. Se encontró en primer lugar con un cinqueño con aspecto de utrero avanzado, alegre, corretón y escaso de fuerza. Noble y dócil, tomó la muleta al pasito por ambos pitones. Los fáciles muletazos se sucedieron y después vendió la mercancía de rodillas, algo que le encanta a esta plaza. Todo muy estético. Terminó con un pinchazo hondo y tendido, que debió maravillar a ésos que llegaron a pedir la segunda oreja. Pues, miren, con ese feo gesto que hizo –el de hundir el estoque con la mano-, no se hizo merecedor de trofeo alguno y sí de sanción.

Frente al sexto, el del encierro, que apenas humilló y salió distraído de cada muletazo, un mulo deslucido, insistió tanto que le faltó poco para alcanzar su objetivo. No pegó un muletazo de verdad pero las manoletinas y los pases por alto finales recuperaron el interés de los tendidos. Sin embargo, el fallo con el estoque y el descabello le devolvieron a la realidad.

Padilla, por su parte, ya tenía conquistada la plaza antes de hacer el paseíllo. Y la puso al rojo vivo con sus tres pares de rehiletes. Pero, en el último tercio fue otro cantar. El toro no fue nada claro por el pitón derecho y acortó el recorrido por el otro. A las dos series con la diestra les faltó limpieza y sólo pudo dibujar los naturales de uno en uno por la condición del astado. Mató de media tendida y un descabello, y el público se desentendió. A base de toreo de rodillas, molinetes, desplantes y demás, y de una estocada algo trasera, tuvo ganada la oreja del cuarto. Pero su puntillero levantó al toro. La mirada que le tiró el jerezano fue de hacer temblar, pero quien realmente se equivocó fue el matador por no decidirse a descabellar.

El Juli le cortó una oreja a su primero, un toro a su modo, noble y de muy justas fuerzas, tras una faenita de menos a más, que no pasó de entonada. Ante el quinto, sin clase ni recorrido, deslucido, su tesón quedó bañado en vulgaridad.

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