Las buenas hechuras y la seriedad de los toros de Puerto de San Lorenzo chocaron su falta de raza. Fotografía: Javier Arroyo.
El encierro que lidió –cuatro toros- resultó deslucido por carecer de raza y la tarde la salvaron dos sobreros.
La ganadería Puerto de San Lorenzo, la única que debutará en la próxima Feria de San Fermín, cosechó ayer un suspenso sin paliativos en Las Ventas; sólo lidió cuatro toros y el conjunto resultó deslucido por falta de raza. La tarde la salvaron dos sobreros, uno de Buenavista que salió en lugar de un inválido del hierro titular y otro de Conde de Mayalde, que sustituyó a otro sobrero de Torrealta, que a su vez salió en lugar del quinto de la tarde y que también fue devuelto.
Como ya se ha indicado, el primero perdió las manos en varias ocasiones y fue devuelto a los corrales. Salió un sobrero de Buenavista bueno, bravo y con clase, animal con ritmo y entrega. El cuarto fue noble pero le faltó empuje para entregarse y transmitir. Estos dos toros fueron lidiados por Castella; su resultado, saludos tras dos avisos y palmas.
El segundo fue tan noble como deslucido; se movió con la cara alta y sin celo. Devuelto el quinto, salió un sobrero de Torrealta, que también fue devuelto. Salió un segundo sobrero de Conde de Mayalde, un toro con calidad. Talavante recibió el silencio del público en su primera intervención y le cortó una oreja a ese buen quinto.
El tercero fue deslucido y blando, y el sexto, también. Ante su primero, Javier Jiménez escuchó silencio desde los tendidos. Y el que cerró plaza le hirió en el muslo izquierdo.
La plaza registró un lleno de “no hay billetes”. Y de la materia prima, lo único positivo fueron las buenas hechuras de los toros.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX